“Afortunadamente, no tenemos por qué
parecernos a nuestros retratos” Anatole France (1844-1924);
novelista francés, premio Nobel de Literatura
Ochenta años tenía cuando le dijo
Adiós a esta vida terrenal (1844-1924). Fue, además de un
librepensador, un maestro de la prosa, debido a su sencillez y rigor
de su escritura. Era hijo de un librero, y en la librería de su
padre fue adquiriendo su cultura. Su primer libro, Alfred de Vigny,
lo publicó en 1888., y su primera novela importante, El crimen de
Silvestre Bonnard (1881), lo desmarcó de la corriente naturalista.
En los relatos históricos manifestó su escepticismo epicúreo. Sus
ilusiones quedan disgregadas con la descomposición del
dreyfusismo, y su amargura quedó plasmada en La isla de los
pingüinos (1908), sátira de la historia de Francia. Era un
apasionado por la historia, pasión que queda plasmada en obras como
la vida de Juana de Arco (1908), los relatos Clio (1899), los cuentos
de Jacobo Dalevuelta (1908) y las siete mujeres de Barba Azul (1909).
En la rebelión de los ángeles (1914), expresa sus opiniones sobre
la religión. Es un hombre pacifista, pensamiento manifestado al
estallar la Primera Guerra Mundial. En sus últimos años de su vida
estuvo preocupado e inquieto por lo mal que había terminado la
guerra . Las primeras purgas llevadas a cabo por Rusia acabaron con
las esperanzas que había puesto precisamente en Rusia..Tres años
antes de su muerte (1921), recibió el premio Nobel de Literatura.
Anatole France, como otros muchos seres humanos, lleno de ilusión se
entrega abnegación y esperanza a causas que después le causan
decepción.
Muy interesante, sobre todo porque compartes con él ese amor a los libros...Enhorabuena por el blog.
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