Publicado por El País el día 28/ o1 de 2015, y por su valor lirerario romántico y pensamiento creativo salido de lo más profundo del corazón de Marga Gil Rösset, traemos a nuestro Blog Amor Al Pensamiento.
Ya no puedo vivir sin ti, Juan Ramón
El conmovedor diario de la escultora
Marga Gil, que se enamoró en secreto del poeta y Nobel español, se
publica 83 años después de quitarse la vida.
Marga Gil Roësset, pintora y escultura española, en 1932. / EL
PAÍS
“No lo leas ahora”. Fueron las últimas palabras que Marga Gil
Roësset dijo a Juan
Ramón Jiménez, en la casa del poeta en la calle Padilla, de
Madrid, mientras dejaba sobre su escritorio una carpeta amarilla.
Guardaba
la revelación de su amor imposible por él, que la había
llevado a una decisión fatal. Marga salió del despacho del
escritor, fue a su taller, en el que había trabajado en los últimos
meses, y destruyó todas sus esculturas, excepto un busto de Zenobia
Camprubí, la esposa de su amado. “No lo leas ahora”…
Abandonó el lugar para cumplir el destino que había previsto. Pasó
primero por el Parque del Retiro; luego tomó un taxi hasta la casa
de unos tíos en Las Rozas y allí se disparó un tiro en la sien.
Era el jueves 28 de julio de 1932. Ella tenía 24 años; él, 51.
Ocho meses antes había conocido al poeta y a su esposa, con quienes
entabló una sincera y afectuosa amistad. Pero en la joven pintora y
escultora, a quien Juan Ramón y Zenobia llamaban “la niña”,
también se desató en silencio una pasión amorosa no correspondida.
Amenazadora. Hasta que ese amor colonizó toda su vida y la convirtió
en tragedia.
“…Y es que…
Ya no puedo vivir sin ti
…no… ya no puedo vivir sin ti…
…tú, como sí puedes vivir sin mí
…debes vivir sin mí…”.
Ese deseo lo plasmó con su letra angulosa en una de las hojas de
la carpeta que entregó a Juan Ramón Jiménez (1881-1958). Las
escribió en las últimas semanas de ese verano. El autor le hizo
caso. “No lo leas ahora”. Un poco de sombra cubrió su corazón
para siempre. Un poco de luz salió de allí para su obra poética.
Ese otoño del 32, él quiso rendirle homenaje publicando el
manuscrito del diario de Gil, pero no pudo. En 1936, salió casi
inesperadamente al exilio por la Guerra Civil. Ochenta y tres años
después del suicidio de Marga Gil y de la voluntad de Juan Ramón
Jiménez (JRJ), ese deseo del poeta se convierte ahora en realidad.
Se titula Marga. Edición de
Juan Ramón Jiménez y está editado por la Fundación José
Manuel Lara. Suma un prólogo de Carmen Hernández-Pinzón,
representante de los herederos de JRJ; un texto de Marga Clarck,
sobrina de la artista, y escritos del poeta y su mujer sobre Marga
Gil. Un relicario literario acompañado por facsímiles de las
anotaciones de la escultora y varios de sus dibujos y fotos.
Amor, silencio, alegría, desesperación, amor. El desconcierto se
plasma en la nota que la joven dejó a Zenobia Camprubí: “Zenobita…
vas a perdonarme… ¡Me he enamorado de Juan Ramón! Y aunque
querer… y enamorarse es algo que te ocurre porque sí, sin tener tú
la culpa… a mí al menos, pues así me ha pasado… lo he sentido
cuando ya era… natural… que si te dedicaras a ir únicamente con
personas que no te atraen… quitarías todo peligro… pero eso es
estúpido”.
Esa confesión figuraba en aquel diario extraviado tantísimos
años. Desde 1939, cuando tres asaltantes —Félix Ros, Carlos
Martínez Barbeito y Carlos Sentís— robaron la casa de JRJ
mientras se hallaba en el exilio. El poeta, quien ganaría el Nobel
de Literatura en 1956, siempre estuvo inquieto por el destino de esos
documentos. Siempre preguntaba por ellos a su gran amigo Juan
Guerrero. Lo recuerda Carmen Hernández-Pinzón, hija de Francisco,
sobrino del autor de Espacio y representante de sus
herederos. Parte de ellos fueron divulgados en 1997 por el diario
Abc. El suicidio de Gil afectó mucho a JRJ y a su esposa.
“Los dos quedaron muy abatidos, y él no quiso escribir durante un
tiempo. Nunca la olvidaron”, dice Carmen.
Ese “No lo leas ahora” es un asomo al amor que revitaliza la
vida y, a su vez, esteriliza a quien no es correspondido, mientras
vive de migajas secretas que son el triunfo de su existencia:
“…Y no me ves… ni sabes que voy yo… pero yo voy… mi
mano… en mi otra mano… y tan contenta…
…porque voy a tu lado”.
Ahora todos lo saben. Y ella fue más que ese feliz y fatal
susurro amoroso. “Quiero que se la conozca como la genial artista
que fue y sigue siendo. Muchas estudiosas y especialistas en las
vanguardias del siglo XX han dedicado su tiempo a investigar su
obra”, cuenta Marga Clarck. La publicación del diario le parece
importante, ahora que la figura de su tía se empieza a reconocer.
Confía en que sirva “para que ella pueda navegar sola porque su
obra es muy potente. Y Juan Ramón quería que ella pasara a la
historia como artista”.
El poeta lo sabía. Ese amor desconocido era parte feliz de su
vida, aunque no lo pidiera. Era suyo, también. Un rincón de su casa
lo inmortalizó. Tras la muerte de Marga, mandó hacer un aparador de
roble sobre el que puso el busto de Zenobia esculpido por “la
niña”. La cara del amor de su vida cincelada por la mujer que no
soportó vivir sin él.
JRJ y Marga en 2015
Monumento de amor,reunirá las cartas entre JRJ y
Zenobia donde, además, se ve que se refería a Marga y su hermana
como “las niñas” (Residencia de Estudiantes).
Escritos de Zenobia. (Fundación José Manuel
Lara).
El silencio de oro. JRJ Incluye una treintena de
textos inéditos (Linteo), con edición de José Antonio Expósito.
Exposición: Lo de Marga. Fotografías de
dibujos, esculturas y pinturas de la artista; artículos de prensa
que hablan de su trabajo y textos de JRJ sobr
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