Por Amor Al Pensamiento
Lugar de encuentro en el que vamos ha tener la oportunidad de compartir con determinados pensadores y creadores. El criterio por el cual se regirá este Blog no será otro que el de ser pensadores o creadores, pensamos que todos son dignos de las mismas consideraciones, sea cual sea su pensamiento e ideología. Pues todos han compartido un mismo común denominador: “EL PENSAMIENTO O LA CREACIÓN EN PRO A UN MUNDO MEJOR”.
jueves, 9 de abril de 2020
domingo, 14 de enero de 2018
MIS PINCELADAS DE AMOR A LA VIDA DE DON
MUNEL FRAGA IRIBARNE
El ámbito familiar en que se desenvuelve Manuel Fraga , niño, reina el orden, la disciplina y la autoridad, religiosidad y amor a la tradición conservadora.
Formación académica
Su educación
básica le recibe en una escuela de su localidad. El bachillerato lo
empieza en el Instituto da Guarda de la Coruña en el
1931,coincidente con el inicio de la República. Mas el segundo curso
lo hace en en Villalba. Estudios que continúa en un instituto de
Lugo. Su religiosidad seguía anidando en lo más adentro de su yo,
incluso en el 1936 hizo unos ejercicios espirituales en el Monasteriode benedectino Samos, en el que pensó en hacerse cura.
En el 1939 empieza
sus estudios de derecho en la Universidad de Santiago de Compostela.
Un año después, tras convencer a su padre, marcha a Madrid a
continuar sus estudios. Tenía 21 años cuando terminó, con premio
extraordinario, la carrera. Hace la licenciatura y el doctorado en el
curso 1944, a la vez empieza a dar clase como encargado de curso de
teoría de la sociedad y del Estado.
Ejercicio Profesional
En el
año 1945, por consejo de su maestro Fernando María Castiella, opta
por opositar a letrado de las Cortes; oposiciones que gana con el
número uno y por que accede a la función de letrado de las Cortes.
También
inglesa con el número uno en la Escuela Diplomática, 1947.
Y en el 1958 gana las oposiciones a la cátedra de derecho político
de la Universidad de Valencia y en 1953 la de Teoría del Estado y
Derecho Constitucional de la Facultad de Ciencias Políticas y
Económicas de la Universidad Complutense de Madrid, en donde fue
profesor hasta 1987.
Carrera política
En
sus carrera política hay
que considerar tres etapas:
régimen de franco, transición y Galicia.
Durante el régimen de Franco, sus
actividades son: secretario general del Instituto de Cultura
Hispánica (1951); secretario del Consejo de Educación, nombrado
por el ministro de Educación Nacional, Joaquín Ruiz- Jiménez
Cortés (1953); secretario general técnico del Ministerio de este
ministerio (1955));director del Instituto de Estudios Políticos (
1956 ) y en el 1957 es nombrado delegado nacional de Asociaciones,
que era una de las delegaciones de la recién creada secretaría
general del Movimiento, cargo que aprovecha para organizar el I
Congreso de la Familia Española, que habría de posibilitar la
introducción de procuradores familiares en las Cortes.
Es el 10 de junio de 1962 cuando le
llega su mayor cargo político, como es el de Ministro de Información
y Turismo. Cargo que ejerce hasta 1969. Durante este período ocurren
hechos de significativo desgaste político, como fueron:
* La huelga general de 1962, que motivó
la necesidad de reorientar el franquismo para hacer frente a una
nueva etapa, como era la de poner fin a la “ hegemonía azul”
* El «contubernio de Munich»
La respuesta del régimen es la
creación de un nuevo gobierno, ofreciendo como novedad la promesa de
una apertura política. Apertura que queda demostrada es la Ley de
Prensa, que Franco le encarga llevar a cabo a Fraga, Ley que presenta
a las Cortes en 1966. Fraga se convierte en el “ministro-estrella.
Este mismo año (9 de marzo), tiene lugar su baño en Palomares con
el embajador de Estados Unidos para manifestar a los españoles y al
mundo que las bombas caídas en la playa no suponían ningún riesgo
de radiactividad. Don Manuel es el ministro que potencia el turismo
hasta ponerlo en unos de los primeros de Europa.
* Las desavenencia con Laureano Lope
Rodó y el escándalo de Matesa le supone su cese en diciembre de
1969 , dedicándose desde esta fecha a pasear España para pedir
reformas necesaria, desde una posición centro liberal.
En 1973 hasta 1975 es nombrado
embajador en Londres, cargo que le da la oportunidad de conocer más
fondo el conservadurismo británico, por el que siente admiración,
y su modelo de monarquía parlamentaria. En eso dos años se dedica a
escribir e ir preparándose, tras recibir a la oposición
democrática que va organizando el posfranquismo, para considerarsee
“ heredero del régimen capaz de de restablecer la democracia con
la complicidad de la derecha española”, lo que le da fuerzas para
confesar , una vez que viene unos días antes de morir Franco, a
España, su aceptación en un gobierno del príncipe Juan Carlos
Empezó siendo ministro de la Gobernación en el primer gobierno de la Monarquía, siendo presidente Arias Navarro 1975-76. Fueron siete meses, los mismo que duró dicho gobierno. En los que lucha y sufrió lo inimaginable. La presión de la calle mediante manifestaciones y huelgas con reivindicaciones difícil de satisfacer y que se vio obligado a encarcelar a varios miembros de la Platajunta por considerarlos comunistas.
Al ser nombrado Adolfo Suárez para presidir un nuevo gobierno. Fraga da un giro espectacular. Deja sus posiciones centralistas y se pone al frente de la derecha. Se reúne con Gonzálo Fernández Mora, Licinio de la Fuente, Laureano López Rodó, Federico Silva Muñoz, Cruz Martínez Esteruelas y Enrique Thomas de Carranza, quienes con Fraga a la cabeza formarán Alianza Popular (AP), octubre 1976, del que es elegido secretario general y más tarde presidente. Partido germen del Partido popular (PP). Se convierte en diputado por Madrid en las lecciones de 1977,1979 y 1982, siendo ya en estas últimas líder de la oposición, tras haber conseguido su partido en coalición con PDF y UL, el segundo lugar en representación parlamentaria, tras una coalición con el PDP y y UL (Coalicíón Popular). Como líder de AP, en las elecciones de 1977 es elegido diputado, portavoz parlamentario y miembro de la ponencia que redactó la Constitución de de 1978, siendo unos de los Padres de dicha dicha Constitución.
En 1986, al convencerse de
que no sería presidente del Gobierno, cedió la presidencia
del partido a Antonio
Hernández Mancha, En 1987, es
elegido diputado
del Parlamento Europeo. En
el 1989 realizó la
refundación de su partido como Partido
Popular (PP),
en cuya presidencia, y
tras su renuncia, fue sustituido por José Maria
Aznar en el año 1990, año en el que don
Manuel es elegido presidente
de la Xunta de Galicia, y
se convierte en presidente
de honor del Partido
Popular.
“Miembro
numerario de la Real Academia de Ciencias
Morales y Políticas de España, además de
formar parte de otras instituciones académicas, científicas,
culturales y sociales, tanto nacionales como internacionales. Es
doctor "honoris causa" por varias universidades”
(https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/2004/Manuel%20Fraga%20Iribarne)
Tras presidir la comunidad de Galicia de l995 hasta el 2005,
fecho en la que se convierte en senador,cargo que desempeña hasta su
fallecimiento, a los 89 años, que tiene lugar el 15 de enero de
20012. Enterrado, siguiendo sus deseos, en Perbes
(Miño, A Coruña).
Prencipales obras:
La reforma del congreso de los
Estados Unidos (1952)
La crisis del Estado y Saavedra
Fajardo y la diplomacia de su época (1955)
Guerra y Diplomacia (1960)
El Parlamento Británico (1961)
Sociedad política y Gobierno (1962)
Horizonte español (1965)
El desarrollo político (1971)
La República y Legitimidad y
representación (1973)
Sociedad, región ,Europa (1974)
La Constitución y otras cuestiones
fundamentales (1979)
Memoria breve
de una vida pública (1980)
El pensamiento conservador español
(1981)
España bloqueada (1986)
España y Europa (1989
De Galicia a Europa (1991)
Administración única (1993)
Fuentes consultadas:
Personajes de la Historia de España. Edit. Espasa Calè, S.A. Madrid .1999
https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Fraga
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/fraga.htm
.http://ecodiario.eleconomista.es/politica/noticias/3671281/01/12/Biografia-Manuel-Fraga-el-hijo-de-emigr
(https://politica.elpais.com/politica/2012/01/09/actualidad/1326071259_436194.html
domingo, 7 de enero de 2018
LA VIDA DE MARIANO RAJOY BREY EN PINCELADAS
He
ahí la vida académica y política en pinceladas de Mariano Rajoy
Bréy que muestra que es un hombre bien formado, y supone ser un
tratado de experiencia y prudencia política
La
vida del cualquier ser humano no
es sino la trayectoria que
ha recorrido desde que nace hasta el momento que se toma como
referencia, si dicho persona vive aún, o hasta su fallecimiento.
Nuestro personaje
en cuestión es Mariano Rajoy Bréy,
cuyo nacimiento tuvo
lugar en Santiago de Compostela, el
27 de marzo de 1955. Tiene,
pues, 63
años de edad, aún joven.
A
lo largo de esos años ha ido caminando por dicha trayectoria en un
perpetuo hacerse. Se hace sus estudios primarios, su bachiller, se
Licencia en Derecho, oposita a registrador de la propiedad, oposición
en la que tiene plaza a sus 24 años, lo que le supone ser el
registrador más joven de España.
Deja
su ejercicio de registrador de la propiedad, estando en Santa Pola, e
inicia su carrera política, en la que va escalando poco a poco, pero
sin pausa:
*
Tiene 26 años de edad cuando es elegido diputado en la autonomía de
Galicia (20 de octubre de 1981)
*
Director general de Relaciones Institucionales de la Junta de Galicia
(1982)
*
Concejal del Ayuntamiento de Pontevedra (1983)
*
Presidente de la Diputación de Pontevedra (1986)
* Es
elegido Diputado de las Cortes Generales, pero renuncia a su escaño
con el objeto de ocupar la vicepresidencia de la Xunta de Galicia
(1986);
*Elegido
vocal de de la Ejecutiva Nacional en el IX Congreso del Partido
Popular (1989) y en el siguiente congreso .
*
Vicesecretario general de la organización, nombrado por José Maria
Aznar (1990)
* Se va
haciendo hombre fundamental en el engranaje del PP , pues al llevar
el peso del diálogo que tuvo como resultado los pactos autonómicos
entre el gobierno de Felipe González y José Maria Aznar (1992).
*
Ministro de las Administraciones Públicas en el primer gobierno de
José Maria Aznar (1996), tiempo en el que tuvo que gestionar los
pactos con el PNV y con Convergencia i Unió (CiU).
* José
Maria Aznar lo nombre Ministro de Educación , Cultura y Deporte,
ministerio en el que demuestra ser un hombre dialogante (1999)
*
Vicepresidente primero y Ministro de la Presidencia (2000)
*
Ministro del Interior, en sustitución de Jaime Mayor Oreja (2001);
asume una vez más la cartera de la Presidencia, sin abandonar la de
vicepresidente primero del gobierno, tiempos en los que se está
ganando ser el candidato más firme para suceder a Aznar como líder
del PP en las siguientes elecciones.
* En
el 2002 se encarga de llevar la coordinación de las acciones del
Prestige, tarea que deteriora su imagen.
* En
agosto de 2003, Aznar lo nombre secretario general y candidato a la
presidencia.
* En
las elecciones del 20 de noviembre de 2011, el PP gana las elecciones
generales con mayoría absoluta, con 186 escaños, en el Congreso de
Los Diputados y con 136 en el Senado. En las elecciones del 29 de
junio de 2016 obtiene 137 escaños en el Congreso de los Diputados, y
que mediante los pactos con CS y la abstención de la mayoría del
los diputados del PSOE obtiene la Presidencia en su segunda
legislatura.
viernes, 18 de diciembre de 2015
sábado, 10 de octubre de 2015
SALVADOR DALI
Salvador Dalí
Salvador Dalí
(Figueres, Gerona, 1904 - 1989) Pintor español. Si bien parte
del inmenso prestigio y popularidad de que gozó ya en vida se debió
a sus estrafalarias e impostadas excentricidades, Salvador Dalí
acertó a insuflar nueva vida al surrealismo europeo hasta
convertirse en su más conocido representante; sus confusas ideas
estéticas (el llamado método paranoico-crítico) fueron mucho
menos decisivas que sus impactantes composiciones, a las que
trasladó con magistral precisión técnica un personalísimo
universo onírico y simbólico, tan nítido y luminoso como
profundamente inquietante y perturbador.

Salvador Dalí
Salvador Dalí nació en una madrugada de la primavera de 1904 en el seno de una familia burguesa, hijo de un notario bienpensante y de una sensible dama aficionada a los pájaros. Muchos años más tarde escribiría en su autobiografía La vida secreta de Salvador Dalí (1942): "A los tres años quería ser cocinero. A los cinco quería ser Napoleón. Mi ambición no ha hecho más que crecer y ahora es la de llegar a ser Salvador Dalí y nada más. Por otra parte, esto es muy difícil, ya que, a medida que me acerco a Salvador Dalí, él se aleja de mí".
Puesto que la persecución sería incesante y el objetivo no habría de alcanzarse nunca, y dado que en ningún recodo de su biografía estaba previsto que hallara el equilibrio y la paz, Dalí decidió ser excesivo en todo, interpretar numerosos personajes y sublimar su angustia en una pluralidad de delirios humorísticos y sórdidos. Se definió a sí mismo como "perverso polimorfo, rezagado y anarquizante", o "blando, débil y repulsivo", aunque para conquistar esta laboriosa imagen publicitaria antes hubo de salvar algunas pruebas iniciáticas, y si el juego favorito de su primera infancia era vestir el traje de rey, ya a los diez años, cuando se autorretrata como El niño enfermo, explora las ventajas de aparentar una constitución frágil y nerviosa.
Su precocidad es sorprendente: a los doce años descubre el estilo de los impresionistas franceses y se hace impresionista; a los catorce ya ha trabado conocimiento con el arte de Picasso y se ha hecho cubista, y a los quince se ha convertido en editor de la revista Studium, donde dibuja brillantes pastiches para la sección titulada "Los grandes maestros de la Pintura".
La Residencia de Estudiantes
En 1921 abandona su Cataluña natal y se traslada a Madrid, donde ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Instalado en la Residencia de Estudiantes, se hace amigo del gran poeta granadino Federico García Lorca y del futuro cineasta surrealista Luis Buñuel, de quien sin embargo se distanciará irreversiblemente en 1930. En la capital adopta un extraordinario atuendo: lleva los cabellos largos, una corbata desproporcionadamente grande y una capa que arrastra hasta los pies. A veces luce una camisa azul cielo adornada con gemelos de zafiro, se sujeta el pelo con una redecilla y lo lustra con barniz para óleo. Es difícil que su presencia pase desapercibida.
En los revueltos y conflictivos meses de 1923 sufre un desafortunado contratiempo. En la Academia de Bellas Artes a la que está adscrito se producen manifestaciones en contra de un profesor, y antes de que dé comienzo el discurso oficial y se desate la violenta polémica, Salvador abandona la sala. Las autoridades creen que este gesto suyo ha sido la señal de ataque y rebelión y deciden expulsarlo durante un año. Después, de nuevo en Figueres, los guardias vienen a detenerlo y pasa una temporada en la cárcel.

La persistencia de la memoria (1931)
A la salida de prisión recibirá dos alegrías. La primera, una prensa para grabado que su padre le regala, y la segunda, la visita de su excelente compañero de la Residencia de Estudiantes de Madrid, Federico García Lorca, quien en las calurosas noches del verano de Cadaqués lee a toda la familia Dalí sus versos y dramas recién compuestos. Es allí, junto al Mediterráneo, donde García Lorca redacta la célebre "Oda a Salvador Dalí", publicada unos años después, en 1929, en la Revista de Occidente. Pronto será también Luis Buñuel quien llegue a Cadaqués para trabajar con su amigo Salvador en un guión cinematográfico absolutamente atípico y del que surgirá una película tan extraña como es Un perro andaluz (1929).
En París
En 1927 Dalí viaja por primera vez a París, pero es al año siguiente cuando se establece en la capital francesa. Se relaciona con Pablo Picasso y Joan Miró y, con la ayuda de este último, se une al grupo surrealista que lidera el poeta André Breton. En 1929 expone en la Galería Goemans y obtiene ya un gran éxito; las originales imágenes de sus cuadros, en las que los objetos se muestran con irritante precisión, parecen adentrarse en unas profundidades psíquicas anormales y revelar un inconsciente alucinatorio y cruel. Pero Breton terminará expulsándolo del movimiento algunos años después, en una memorable sesión de enjuiciamiento a la que Dalí compareció cubierto con una manta y con un termómetro en la boca, aparentando ficticiamente estar aquejado de fiebre y convirtiendo así el opresivo juicio en una ridícula farsa.
La triple acusación a la que tuvo entonces que enfrentarse Dalí fue coquetear con los fascismos, hacer gala de un catolicismo delirante y sentir una pasión desmedida e irrefrenable por el dinero. A esto precisamente alude el célebre apodo anagramático con que sería motejado por Breton, Avida dolars, acusación que, lejos de desagradar al pintor, le proporcionaba un secreto e irónico placer. De hecho, después de conocer a la que sería su musa y compañera durante toda su vida, Gala, entonces todavía esposa de otro surrealista, el poeta Paul Éluard, Dalí declaró románticamente: "Amo a Gala más que a mi madre, más que a mi padre, más que a Picasso y más, incluso, que al dinero."

Gala y Dalí
Salvador Dalí se enamoró de Gala en el verano de 1929 y con ella gozó por primera vez de las mieles del erotismo. Es la época en que pinta Adecuación del deseo, Placeres iluminados y El gran masturbador, pintura esta última que fue atacada y desgarrada por el fanático grupo puritano los Camelots du Roy. Mientras tiene lugar la exposición de sus obras en la Galería Goemans de París, la joven y apasionada pareja se refugia y aísla en la Costa Azul, pasando los días y las noches encerrados en una pequeña habitación de un hotel con los postigos cerrados.
Enterado de la vida disoluta de su hijo por un artículo de Eugenio d'Ors aparecido en La Gaceta Literaria, el padre de Dalí rompe relaciones con su vástago; pero ello no debió afectarlo demasiado, o quizás sí, puesto que es en esa época cuando el artista realiza lo mejor de su obra, como el célebre cuadro La persistencia de la memoria (1931), donde blandos relojes cuelgan de la rama de un árbol, del borde de un pedestal y sobre una misteriosa forma tendida en la vasta extensión de la playa.
El surrealismo daliniano
Antes de llegar a París, el artista había realizado su primera exposición en las Galerías Dalmau de Barcelona, en 1925, y su obra había transitado por el cubismo y las corrientes realistas, como en Muchacha en la ventana (1925) o su primera Cesta de pan (1926). Cuando Dalí se incorporó al grupo surrealista, el movimiento atravesaba momentos de fuertes contradicciones internas. La vitalidad y extravagancia de aquella joven promesa española resultó decisiva para la renovación y proyección del grupo, del que también por su parte absorbió energías que resultaron en la etapa más apreciada de su obra. En teoría, sus mejores cuadros fueron el fruto de la aplicación del llamado "método paranoico-crítico", que Dalí definió como un sistema espontáneo de conocimiento irracional "basado en la asociación interpretativo-crítica de los fenómenos delirantes".
Tal metodología propugna un alejamiento de la realidad física en favor de la realidad mental: gracias a un uso controlado de la alucinación y del sueño (lo paranoico o irracional debe someterse a la lucidez interpretativa o crítica), los objetos de la vida cotidiana se convierten en iconos de los deseos y temores del ser humano. A través de sus obras y siguiendo los dictados de las teorías freudianas, el artista saca a la luz los aspectos más ocultos de su vida erótica, sus fantasías y sus deseos. Dalí pretendía que sus telas fueran contempladas como sueños pintados; sus imágenes de relojes blandos, miembros hipertróficos sostenidos por muletas y elefantes de patas zancudas, por citar algunas de las más conocidas, son a la vez expresión y liberación de las obsesiones sexuales y de la angustia ante la muerte.

El gran masturbador (1929)
Probablemente para Dalí era menos relevantes su teorizaciones que el tono provocador e irónico con que las exponía. En cualquier caso, la plasmación de sus obsesiones personales es el motivo que aglutina la mayor parte de sus telas en esta etapa, en la que se sirvió de las técnicas del realismo ilusionista más convencional para impactar al público con sus insólitas e inquietantes visiones, que a menudo aluden directamente a la sexualidad. El gran masturbador (1929, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid) es en este sentido una obra paradigmática de este periodo.
Una magnífica ilustración del método es el cuadro titulado Mercado de esclavos con el busto evanescente de Voltaire (1940, Fundación Reynolds-Morse, Cleveland), en el que el rostro del filósofo está constituido por dos figuras que, simultáneamente, forman parte del grupo humano del segundo término. A la izquierda, contempla la escena una mujer que se apoya en una mesa; el contenido de los fruteros sobre la mesa es a su vez parte del conjunto de figuras que participan en el mercado que da título a la tela.

Mercado de esclavos con el busto evanescente de Voltaire (1940)
El enigma sin fin (1938, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid) o las múltiples reinterpretaciones delirantes del famoso Ángelus de Millet constituyen otros excelentes ejemplos de ese reiterado juego de perversión significativa de la imagen. La obsesión paranoica de que bajo el aparente misticismo de la escena campesina latía la presencia de la muerte llevó a Dalí a pedir al Louvre que realizara una radiografía del cuadro, lo que permitió ver en el lugar que ocupa la carretilla el contorno de un ataúd que Millet había pintado originalmente, confirmando así su propia intuición paranoica.
La consagración internacional
Unos pocos años en el grupo bastaron para que Dalí se convirtiese en la gran figura del surrealismo y su obra alcanzase una considerable resonancia internacional. En 1934 viaja con su ya inseparable Gala a Estados Unidos, donde desembarca y se presenta ante los periodistas con un enorme pan cocido por el cocinero del trasatlántico que les ha transportado. En sus erráticas manifestaciones no duda en asociar el mito hitleriano con el teléfono y a Lenin con el béisbol. Son todas bromas absurdas que tratan de quitar hierro a una situación política amenazante. Dos años después se desata la atroz guerra civil en España y una de las primeras muestras de la probidad de los militares insurrectos es el infame asesinato de su amigo Federico García Lorca, crimen que conmocionó a la opinión pública mundial. Dalí escribió: "Lorca tenía personalidad para dar y vender, la suficiente para ser fusilado, antes que cualquier otro, por cualquier español."
En 1938 conoce por fin, gracias al escritor vienés Stefan Zweig, a Sigmund Freud, quien había sido el gran inspirador de la estética surrealista, de la que Dalí no se siente marginado pese a las bravatas de Breton; por el contrario, se considera el único y más genuino exponente del movimiento. El padre del psicoanálisis había dado pábulo a la nueva indagación del inconsciente con su libro La interpretación de los sueños (1900), pero nunca se había tomado demasiado en serio a sus jóvenes admiradores de París. No obstante, el 20 de julio de 1938, tras el encuentro, Freud anotó en su diario: "Hasta entonces me sentía tentado de considerar a los surrealistas, que aparentemente me han elegido como santo patrón, como locos integrales (digamos al 95%, como el alcohol puro). Aquel joven español, con sus espléndidos ojos de fanático e innegable dominio técnico, me movió a reconsiderar mi opinión". Por su parte, el artista realizó asombrosos y alucinantes retratos del "santo patrón" de los surrealistas.

Premonición de la Guerra Civil (1936)
Instalado otra vez en Nueva York en 1939, Dalí acepta un encargo para decorar unos escaparates comerciales. El tema que elige es el del Día y la Noche, el primero evocado por un maniquí que se mete en una bañera peluda y la segunda por medio de brasas y paños negros extendidos, pero la dirección modifica el decorado sin consultar al autor. Dalí, iracundo, vuelca la bañera de astracán llena de agua y la lanza contra los cristales del escaparate produciendo un gran estrépito y un notable destrozo. Pese a que la opinión pública norteamericana le aplaude el vigor con que ha sabido defender la propiedad intelectual, es juzgado por los tribunales y condenado a pagar los desperfectos. Tampoco consigue concluir su siguiente proyecto para decorar un pabellón de la Feria Internacional de Nueva York, el cual debía llevar el significativo título de Sueño de Venus.
El desarrollo de la Guerra Civil española (cuyo estallido había intuido en Construcción blanda con judías hervidas, luego titulado Premonición de la Guerra Civil, 1936) y el presagio de la Segunda Guerra Mundial había provocado en Dalí el deseo de refugiarse en un mundo sin conflictos, y sublimó su experiencia surrealista retomando la iconografía renacentista e interesándose, sobre todo, por el valor económico de sus cuadros; esto le convirtió en el Avida dolars con que Breton, reordenando las letras de su nombre, le había bautizado.
De particular relevancia en cuanto a la evolución de su obra resulta el viaje que realizó a Italia en 1937; tras el contacto directo con los clásicos, adquirió cierto gusto por los temas religiosos y por una técnica más academicista, que durante mucho tiempo seguiría aplicando, no obstante, a lo onírico y extraño; pueden destacarse, entre otros muchos ejemplos, lienzos como Madonna de Port Lligat (1950, Museo Minami, Tokio), Crucifixión (1954, Museo Metropolitano, Nueva York) y La última cena (1955, National Gallery, Washington). Al mismo tiempo, el pintor producía una enorme cantidad de objetos decorativos carentes de la fuerza transgresora de sus primeras obras surrealistas.

Detalle de La última cena (1955)

Últimos años
En 1948 regresó a España, fijando su residencia de nuevo en Port Lligat y hallando en el régimen del general Franco toda suerte de facilidades. El gobierno incluso declaró aquel rincón catalán que tanto fascinaba al pintor "Paraje pintoresco de interés nacional". Para muchos historiadores del arte lo mejor de su obra ya había sido realizado y, sin embargo, aún le quedaban cuarenta años de caprichosa producción y de irreductible endiosamiento y exhibicionismo, con apariciones públicas del estilo de la que protagonizó en diciembre de 1955, cuando se personó en la Universidad de la Sorbona de París para dar una conferencia en un Rolls Royce repleto de coliflores. En vida del artista incluso se fundó un Museo Dalí en Figueres; ese escenográfico, abigarrado y extraño monumento a su proverbial egolatría es uno de los museos más visitados de España.
Durante los años setenta, Dalí, que había declarado que la pintura era "una fotografía hecha a mano", fue el avalador del estilo hiperrealista internacional que, saliendo de su paleta, no resultó menos inquietante que su prolija indagación anterior sobre el ilimitado y equívoco universo onírico. Pero quien más y quien menos recuerda mejor que sus cuadros su repulsivo bigote engominado, y no falta quien afirme haberlo visto en el Liceo, el lujoso teatro de la ópera de Barcelona, elegantemente ataviado con frac y luciendo en el bolsillo de la pechera, a guisa de vistoso pañuelo, una fláccida tortilla a la francesa.
En su testamento, el controvertido artista legaba gran parte de su patrimonio al Estado español, provocando de ese modo incluso después de su muerte (acaecida en 1989, tras una larga agonía) nuevas y enconadas polémicas. El novelista Italo Calvino escribió que "nada es más falsificable que el inconsciente"; acaso esta verdad paradójica y antifreudiana sea la gran lección del creador del método paranoico-crítico, de ese maestro del histrionismo y la propaganda, de ese pintor desaforado y perfeccionista, de ese eximio prestidigitador y extravagante ciudadano que fue Salvador Dalí. El chiflado prolífico del Ampurdán, la llanura catalana barrida por el vertiginoso viento del norte que recoge las suaves olas del mar Mediterráneo en una costa tortuosa y arriscada, descubrió el arte de la mixtificación y el simulacro, de la mentira, el disimulo y el disfraz antes incluso de aprender a reproducir los sueños con la exactitud de su lápiz.
Su longeva existencia, tercamente consagrada a torturar la materia y los lienzos con los frutos más perversos de su feraz imaginación, se mantuvo igualmente fiel a un paisaje deslumbrante de su infancia: Port Lligat, una bahía abrazada de rocas donde el espíritu se remansa, ora para elevarse hacia los misterios más sublimes, ora para corromperse como las aguas quietas. Místico y narcisista, impúdico exhibidor de todas las circunstancias íntimas de su vida y quizás uno de los mayores pintores del siglo XX, Salvador Dalí convirtió la irresponsabilidad provocativa no en una ética, pero sí en una estética, una lúgubre estética donde lo bello ya no se concibe sin que contenga el inquietante fulgor de lo siniestro.

Salvador Dalí
Salvador Dalí nació en una madrugada de la primavera de 1904 en el seno de una familia burguesa, hijo de un notario bienpensante y de una sensible dama aficionada a los pájaros. Muchos años más tarde escribiría en su autobiografía La vida secreta de Salvador Dalí (1942): "A los tres años quería ser cocinero. A los cinco quería ser Napoleón. Mi ambición no ha hecho más que crecer y ahora es la de llegar a ser Salvador Dalí y nada más. Por otra parte, esto es muy difícil, ya que, a medida que me acerco a Salvador Dalí, él se aleja de mí".
Puesto que la persecución sería incesante y el objetivo no habría de alcanzarse nunca, y dado que en ningún recodo de su biografía estaba previsto que hallara el equilibrio y la paz, Dalí decidió ser excesivo en todo, interpretar numerosos personajes y sublimar su angustia en una pluralidad de delirios humorísticos y sórdidos. Se definió a sí mismo como "perverso polimorfo, rezagado y anarquizante", o "blando, débil y repulsivo", aunque para conquistar esta laboriosa imagen publicitaria antes hubo de salvar algunas pruebas iniciáticas, y si el juego favorito de su primera infancia era vestir el traje de rey, ya a los diez años, cuando se autorretrata como El niño enfermo, explora las ventajas de aparentar una constitución frágil y nerviosa.
Su precocidad es sorprendente: a los doce años descubre el estilo de los impresionistas franceses y se hace impresionista; a los catorce ya ha trabado conocimiento con el arte de Picasso y se ha hecho cubista, y a los quince se ha convertido en editor de la revista Studium, donde dibuja brillantes pastiches para la sección titulada "Los grandes maestros de la Pintura".
La Residencia de Estudiantes
En 1921 abandona su Cataluña natal y se traslada a Madrid, donde ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Instalado en la Residencia de Estudiantes, se hace amigo del gran poeta granadino Federico García Lorca y del futuro cineasta surrealista Luis Buñuel, de quien sin embargo se distanciará irreversiblemente en 1930. En la capital adopta un extraordinario atuendo: lleva los cabellos largos, una corbata desproporcionadamente grande y una capa que arrastra hasta los pies. A veces luce una camisa azul cielo adornada con gemelos de zafiro, se sujeta el pelo con una redecilla y lo lustra con barniz para óleo. Es difícil que su presencia pase desapercibida.
En los revueltos y conflictivos meses de 1923 sufre un desafortunado contratiempo. En la Academia de Bellas Artes a la que está adscrito se producen manifestaciones en contra de un profesor, y antes de que dé comienzo el discurso oficial y se desate la violenta polémica, Salvador abandona la sala. Las autoridades creen que este gesto suyo ha sido la señal de ataque y rebelión y deciden expulsarlo durante un año. Después, de nuevo en Figueres, los guardias vienen a detenerlo y pasa una temporada en la cárcel.

La persistencia de la memoria (1931)
A la salida de prisión recibirá dos alegrías. La primera, una prensa para grabado que su padre le regala, y la segunda, la visita de su excelente compañero de la Residencia de Estudiantes de Madrid, Federico García Lorca, quien en las calurosas noches del verano de Cadaqués lee a toda la familia Dalí sus versos y dramas recién compuestos. Es allí, junto al Mediterráneo, donde García Lorca redacta la célebre "Oda a Salvador Dalí", publicada unos años después, en 1929, en la Revista de Occidente. Pronto será también Luis Buñuel quien llegue a Cadaqués para trabajar con su amigo Salvador en un guión cinematográfico absolutamente atípico y del que surgirá una película tan extraña como es Un perro andaluz (1929).
En París
En 1927 Dalí viaja por primera vez a París, pero es al año siguiente cuando se establece en la capital francesa. Se relaciona con Pablo Picasso y Joan Miró y, con la ayuda de este último, se une al grupo surrealista que lidera el poeta André Breton. En 1929 expone en la Galería Goemans y obtiene ya un gran éxito; las originales imágenes de sus cuadros, en las que los objetos se muestran con irritante precisión, parecen adentrarse en unas profundidades psíquicas anormales y revelar un inconsciente alucinatorio y cruel. Pero Breton terminará expulsándolo del movimiento algunos años después, en una memorable sesión de enjuiciamiento a la que Dalí compareció cubierto con una manta y con un termómetro en la boca, aparentando ficticiamente estar aquejado de fiebre y convirtiendo así el opresivo juicio en una ridícula farsa.
La triple acusación a la que tuvo entonces que enfrentarse Dalí fue coquetear con los fascismos, hacer gala de un catolicismo delirante y sentir una pasión desmedida e irrefrenable por el dinero. A esto precisamente alude el célebre apodo anagramático con que sería motejado por Breton, Avida dolars, acusación que, lejos de desagradar al pintor, le proporcionaba un secreto e irónico placer. De hecho, después de conocer a la que sería su musa y compañera durante toda su vida, Gala, entonces todavía esposa de otro surrealista, el poeta Paul Éluard, Dalí declaró románticamente: "Amo a Gala más que a mi madre, más que a mi padre, más que a Picasso y más, incluso, que al dinero."

Gala y Dalí
Salvador Dalí se enamoró de Gala en el verano de 1929 y con ella gozó por primera vez de las mieles del erotismo. Es la época en que pinta Adecuación del deseo, Placeres iluminados y El gran masturbador, pintura esta última que fue atacada y desgarrada por el fanático grupo puritano los Camelots du Roy. Mientras tiene lugar la exposición de sus obras en la Galería Goemans de París, la joven y apasionada pareja se refugia y aísla en la Costa Azul, pasando los días y las noches encerrados en una pequeña habitación de un hotel con los postigos cerrados.
Enterado de la vida disoluta de su hijo por un artículo de Eugenio d'Ors aparecido en La Gaceta Literaria, el padre de Dalí rompe relaciones con su vástago; pero ello no debió afectarlo demasiado, o quizás sí, puesto que es en esa época cuando el artista realiza lo mejor de su obra, como el célebre cuadro La persistencia de la memoria (1931), donde blandos relojes cuelgan de la rama de un árbol, del borde de un pedestal y sobre una misteriosa forma tendida en la vasta extensión de la playa.
El surrealismo daliniano
Antes de llegar a París, el artista había realizado su primera exposición en las Galerías Dalmau de Barcelona, en 1925, y su obra había transitado por el cubismo y las corrientes realistas, como en Muchacha en la ventana (1925) o su primera Cesta de pan (1926). Cuando Dalí se incorporó al grupo surrealista, el movimiento atravesaba momentos de fuertes contradicciones internas. La vitalidad y extravagancia de aquella joven promesa española resultó decisiva para la renovación y proyección del grupo, del que también por su parte absorbió energías que resultaron en la etapa más apreciada de su obra. En teoría, sus mejores cuadros fueron el fruto de la aplicación del llamado "método paranoico-crítico", que Dalí definió como un sistema espontáneo de conocimiento irracional "basado en la asociación interpretativo-crítica de los fenómenos delirantes".
Tal metodología propugna un alejamiento de la realidad física en favor de la realidad mental: gracias a un uso controlado de la alucinación y del sueño (lo paranoico o irracional debe someterse a la lucidez interpretativa o crítica), los objetos de la vida cotidiana se convierten en iconos de los deseos y temores del ser humano. A través de sus obras y siguiendo los dictados de las teorías freudianas, el artista saca a la luz los aspectos más ocultos de su vida erótica, sus fantasías y sus deseos. Dalí pretendía que sus telas fueran contempladas como sueños pintados; sus imágenes de relojes blandos, miembros hipertróficos sostenidos por muletas y elefantes de patas zancudas, por citar algunas de las más conocidas, son a la vez expresión y liberación de las obsesiones sexuales y de la angustia ante la muerte.

El gran masturbador (1929)
Probablemente para Dalí era menos relevantes su teorizaciones que el tono provocador e irónico con que las exponía. En cualquier caso, la plasmación de sus obsesiones personales es el motivo que aglutina la mayor parte de sus telas en esta etapa, en la que se sirvió de las técnicas del realismo ilusionista más convencional para impactar al público con sus insólitas e inquietantes visiones, que a menudo aluden directamente a la sexualidad. El gran masturbador (1929, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid) es en este sentido una obra paradigmática de este periodo.
Una magnífica ilustración del método es el cuadro titulado Mercado de esclavos con el busto evanescente de Voltaire (1940, Fundación Reynolds-Morse, Cleveland), en el que el rostro del filósofo está constituido por dos figuras que, simultáneamente, forman parte del grupo humano del segundo término. A la izquierda, contempla la escena una mujer que se apoya en una mesa; el contenido de los fruteros sobre la mesa es a su vez parte del conjunto de figuras que participan en el mercado que da título a la tela.

Mercado de esclavos con el busto evanescente de Voltaire (1940)
El enigma sin fin (1938, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid) o las múltiples reinterpretaciones delirantes del famoso Ángelus de Millet constituyen otros excelentes ejemplos de ese reiterado juego de perversión significativa de la imagen. La obsesión paranoica de que bajo el aparente misticismo de la escena campesina latía la presencia de la muerte llevó a Dalí a pedir al Louvre que realizara una radiografía del cuadro, lo que permitió ver en el lugar que ocupa la carretilla el contorno de un ataúd que Millet había pintado originalmente, confirmando así su propia intuición paranoica.
La consagración internacional
Unos pocos años en el grupo bastaron para que Dalí se convirtiese en la gran figura del surrealismo y su obra alcanzase una considerable resonancia internacional. En 1934 viaja con su ya inseparable Gala a Estados Unidos, donde desembarca y se presenta ante los periodistas con un enorme pan cocido por el cocinero del trasatlántico que les ha transportado. En sus erráticas manifestaciones no duda en asociar el mito hitleriano con el teléfono y a Lenin con el béisbol. Son todas bromas absurdas que tratan de quitar hierro a una situación política amenazante. Dos años después se desata la atroz guerra civil en España y una de las primeras muestras de la probidad de los militares insurrectos es el infame asesinato de su amigo Federico García Lorca, crimen que conmocionó a la opinión pública mundial. Dalí escribió: "Lorca tenía personalidad para dar y vender, la suficiente para ser fusilado, antes que cualquier otro, por cualquier español."
En 1938 conoce por fin, gracias al escritor vienés Stefan Zweig, a Sigmund Freud, quien había sido el gran inspirador de la estética surrealista, de la que Dalí no se siente marginado pese a las bravatas de Breton; por el contrario, se considera el único y más genuino exponente del movimiento. El padre del psicoanálisis había dado pábulo a la nueva indagación del inconsciente con su libro La interpretación de los sueños (1900), pero nunca se había tomado demasiado en serio a sus jóvenes admiradores de París. No obstante, el 20 de julio de 1938, tras el encuentro, Freud anotó en su diario: "Hasta entonces me sentía tentado de considerar a los surrealistas, que aparentemente me han elegido como santo patrón, como locos integrales (digamos al 95%, como el alcohol puro). Aquel joven español, con sus espléndidos ojos de fanático e innegable dominio técnico, me movió a reconsiderar mi opinión". Por su parte, el artista realizó asombrosos y alucinantes retratos del "santo patrón" de los surrealistas.

Premonición de la Guerra Civil (1936)
Instalado otra vez en Nueva York en 1939, Dalí acepta un encargo para decorar unos escaparates comerciales. El tema que elige es el del Día y la Noche, el primero evocado por un maniquí que se mete en una bañera peluda y la segunda por medio de brasas y paños negros extendidos, pero la dirección modifica el decorado sin consultar al autor. Dalí, iracundo, vuelca la bañera de astracán llena de agua y la lanza contra los cristales del escaparate produciendo un gran estrépito y un notable destrozo. Pese a que la opinión pública norteamericana le aplaude el vigor con que ha sabido defender la propiedad intelectual, es juzgado por los tribunales y condenado a pagar los desperfectos. Tampoco consigue concluir su siguiente proyecto para decorar un pabellón de la Feria Internacional de Nueva York, el cual debía llevar el significativo título de Sueño de Venus.
El desarrollo de la Guerra Civil española (cuyo estallido había intuido en Construcción blanda con judías hervidas, luego titulado Premonición de la Guerra Civil, 1936) y el presagio de la Segunda Guerra Mundial había provocado en Dalí el deseo de refugiarse en un mundo sin conflictos, y sublimó su experiencia surrealista retomando la iconografía renacentista e interesándose, sobre todo, por el valor económico de sus cuadros; esto le convirtió en el Avida dolars con que Breton, reordenando las letras de su nombre, le había bautizado.
De particular relevancia en cuanto a la evolución de su obra resulta el viaje que realizó a Italia en 1937; tras el contacto directo con los clásicos, adquirió cierto gusto por los temas religiosos y por una técnica más academicista, que durante mucho tiempo seguiría aplicando, no obstante, a lo onírico y extraño; pueden destacarse, entre otros muchos ejemplos, lienzos como Madonna de Port Lligat (1950, Museo Minami, Tokio), Crucifixión (1954, Museo Metropolitano, Nueva York) y La última cena (1955, National Gallery, Washington). Al mismo tiempo, el pintor producía una enorme cantidad de objetos decorativos carentes de la fuerza transgresora de sus primeras obras surrealistas.

Detalle de La última cena (1955)

Últimos años
En 1948 regresó a España, fijando su residencia de nuevo en Port Lligat y hallando en el régimen del general Franco toda suerte de facilidades. El gobierno incluso declaró aquel rincón catalán que tanto fascinaba al pintor "Paraje pintoresco de interés nacional". Para muchos historiadores del arte lo mejor de su obra ya había sido realizado y, sin embargo, aún le quedaban cuarenta años de caprichosa producción y de irreductible endiosamiento y exhibicionismo, con apariciones públicas del estilo de la que protagonizó en diciembre de 1955, cuando se personó en la Universidad de la Sorbona de París para dar una conferencia en un Rolls Royce repleto de coliflores. En vida del artista incluso se fundó un Museo Dalí en Figueres; ese escenográfico, abigarrado y extraño monumento a su proverbial egolatría es uno de los museos más visitados de España.
Durante los años setenta, Dalí, que había declarado que la pintura era "una fotografía hecha a mano", fue el avalador del estilo hiperrealista internacional que, saliendo de su paleta, no resultó menos inquietante que su prolija indagación anterior sobre el ilimitado y equívoco universo onírico. Pero quien más y quien menos recuerda mejor que sus cuadros su repulsivo bigote engominado, y no falta quien afirme haberlo visto en el Liceo, el lujoso teatro de la ópera de Barcelona, elegantemente ataviado con frac y luciendo en el bolsillo de la pechera, a guisa de vistoso pañuelo, una fláccida tortilla a la francesa.
En su testamento, el controvertido artista legaba gran parte de su patrimonio al Estado español, provocando de ese modo incluso después de su muerte (acaecida en 1989, tras una larga agonía) nuevas y enconadas polémicas. El novelista Italo Calvino escribió que "nada es más falsificable que el inconsciente"; acaso esta verdad paradójica y antifreudiana sea la gran lección del creador del método paranoico-crítico, de ese maestro del histrionismo y la propaganda, de ese pintor desaforado y perfeccionista, de ese eximio prestidigitador y extravagante ciudadano que fue Salvador Dalí. El chiflado prolífico del Ampurdán, la llanura catalana barrida por el vertiginoso viento del norte que recoge las suaves olas del mar Mediterráneo en una costa tortuosa y arriscada, descubrió el arte de la mixtificación y el simulacro, de la mentira, el disimulo y el disfraz antes incluso de aprender a reproducir los sueños con la exactitud de su lápiz.
Su longeva existencia, tercamente consagrada a torturar la materia y los lienzos con los frutos más perversos de su feraz imaginación, se mantuvo igualmente fiel a un paisaje deslumbrante de su infancia: Port Lligat, una bahía abrazada de rocas donde el espíritu se remansa, ora para elevarse hacia los misterios más sublimes, ora para corromperse como las aguas quietas. Místico y narcisista, impúdico exhibidor de todas las circunstancias íntimas de su vida y quizás uno de los mayores pintores del siglo XX, Salvador Dalí convirtió la irresponsabilidad provocativa no en una ética, pero sí en una estética, una lúgubre estética donde lo bello ya no se concibe sin que contenga el inquietante fulgor de lo siniestro.
lunes, 5 de octubre de 2015
CARMEN LAFORET. EXTRAIDA DE VIOGRAFÍAS Y VIDAS
(Barcelona, 1921 – Madrid, 2004)
Escritora española. Carmen Lafaret Díaz nació en Barcelona el 6 de
septiembre de 1921, si bien con dos años de edad se trasladó con su
familia a las islas Canarias. A los dieciocho años, una vez
finalizados los estudios de bachiller, decidió regresar a Barcelona
para estudiar las carreras de filosofía y letras y derecho, si bien
no acabó ninguna de las dos. Poco satisfecha de su paso por la
universidad, cuando contaba veintiún años se fue a vivir a Madrid.
En Madrid conocería al periodista y
crítico literario Manuel Cerezales, quien la animó para que
prosiguiera con sus recién iniciados pinitos literarios. Fue sólo
dos años más tarde, en 1944, cuando su vida daría un vuelco
inesperado al presentar su novela Nada al recién creado Premio
Nadal, otorgado por Ediciones Destino.
Aunque entre otros competidores por el
premio estaba un escritor de sólida trayectoria como el periodista
César González Ruano, el jurado prefirió apostar por la joven
desconocida. Su imagen apareció en la prensa del país, que la
aclamaba como toda una revelación literaria. Y así fue, porque Nada
se reimprimió hasta tres veces el mismo año de su publicación.
Renovadora de las letras españolas
Transcurridos dos años desde su
triunfo literario, su vida privada también cambió positivamente
cuando contrajo matrimonio con Manuel Cerezales, del que tendría
cinco hijos, dos de ellos escritores, Cristina y Agustín.
Carmen Laforet
Consagrada ya como una de las mejores
narradoras de la realidad española de la época, los años que
siguieron fueron intensos. En 1948 la Real Academia Española la
distinguió con el Premio Fastenrath por su primera novela, mientras
ella seguía escribiendo sin cesar cuentos y artículos
periodísticos. Durante las décadas de los cincuenta y los sesenta
Laforet saboreó las mieles del éxito.
Su producción literaria tuvo en ese
período tres hitos, las novelas que siguieron a Nada. En 1952
publicó La isla y los demonios, donde evocaba los años de su
infancia y adolescencia en Canarias. Tres años después vio la luz
La mujer nueva, un título que podría ser la definición de su vida
en esta época, pero que era en realidad el relato de su
«reconversión» al catolicismo tras unos años de agnosticismo.
Esta novela fue la ganadora del Premio Menorca de Novela y al año
siguiente le valió a su autora el Premio Nacional de Literatura
otorgado por el Ministerio de Cultura, aunque también más de un
problema con la censura eclesiástica. En 1963 su creciente prestigio
hizo que Editorial Planeta se interesara por su obra y publicara La
insolación, prevista como la primera entrega de una trilogía
titulada Tres pasos fuera del tiempo.
Años de retiro voluntario
Durante unos años más siguió
publicando relatos cortos, artículos y hasta un libro de viajes en
1967 (Paralelo 35). Pero la buena estrella que la había acompañado
hasta entonces empezó a apagarse. La década de los setenta estuvo
marcada por sus frecuentes depresiones, la separación de su marido y
un rechazo cada vez mayor de la vida pública.
Nunca dejó de escribir, pero sus obras
iban quedando incompletas, a veces olvidadas, porque su afán de
perfeccionismo se convirtió en una obsesión. Después de mucho
tiempo siendo objeto de admiración por parte de sus lectores, las
dificultades económicas, las envidias y rencillas de los círculos
literarios, así como un ambiente politicosocial en el que se sentía
extraña, la fueron llevando a un retiro voluntario.
Precisamente de las razones de su
aislamiento y búsqueda de la intimidad habla Puedo contar contigo,
una colección de cartas cruzadas con su amigo Ramón J. Sender, al
que conoció en 1965 durante su viaje a Estados Unidos, invitada por
el Departamento de Estado. La recopilación y edición de los textos
la realizó su hija Cristina Cerezales en 2003. A medida que pasaban
los años, la memoria de la fértil escritora se debilitaba y su
salud física menguaba. Finalmente, derrotada por el Alzheimer,
falleció el 28 de febrero de 2004.
A pesar de que dos años antes de morir
su nombre sonó como candidata al Premio Príncipe de Asturias de las
Letras, su mejor recompensa durante las últimas décadas fue el
favor del público, que no la olvidó y que hizo posible las
continuas reimpresiones de Nada. Recientemente, Ediciones Destino
decidió rescatar su obra completa con un plan de edición de dos
libros al año y la paulatina traducción al inglés de sus textos.
Forma parte destacada de este plan la publicación de Al volver la
esquina, una novela inédita. Escrita en la década de los setenta a
manera de diario en torno a un maduro pintor bohemio, correspondería
a la segunda entrega de la triología iniciada con La insolación.
Nada
El nombre de Carmen Laforet quedará
siempre unido en la memoria colectiva a su más lograda creación,
Nada. Como un trasunto de su propia vida, la novela sigue el
itinerario iniciático de la joven Andrea, que, a fines de 1939,
llega a Barcelona, cargada de ilusiones y dispuesta a emprender sus
estudios universitarios. Pero sus ansias juveniles chocan con el
mundo gris, cargado de violencia, que representan su abuelas y sus
tíos, que la acogen en su casa.
Laforet supo transmitir en esta obra,
escrita con un estilo literario que supuso una corriente de aire
fresco en la prosa de la época, la lenta agonía de la pequeña
burguesía de posguerra. Los personajes adultos de la novela caminan
desorientados por un territorio cargado de temores y heridas mal
cicatrizadas. Frente a ellos, Andrea y su amiga Ena representan una
nueva generación que ve cómo sus ansias de crear un mundo diferente
son sistemáticamente abortadas. «¡Cuántos días sin importancia!
Los días sin importancia que habían transcurrido desde mi llegada
me pesaban encima», nos confiesa Andrea en su relato. Con su tono
desesperadamente existencialista, Nada es una novela urbana y siempre
moderna, pieza clave del realismo literario de posguerra.
En el árido escenario de la posguerra
española fueron pocas las voces literarias que se elevaron sobre el
silencio y menos aún las de las mujeres, retaguardia doméstica de
un país militarizado y machista. Pero fue en ese contexto poco
favorable en el que una muchacha de veintitrés años sorprendió a
todos con su primera novela, que pasaría a la historia de la
literatura española y universal.
Carmen Laforet, la mujer frágil,
tímida y huidiza, que a veces se confunde con la protagonista de la
novela que le dio la fama, supo conquistar un puesto destacado junto
a colegas de su generación como Camilo José Cela, Antonio Buero
Vallejo o Miguel Delibes, quien la definió muy acertadamente como
«la mujer nueva cuando apenas había mujeres en la literatura». En
efecto, Carmen Laforet, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y
Josefina Aldecoa fueron algunos de los pocos nombres femeninos que
desafiaron el oscuro papel reservado a la mujer en la España
franquista.
Extinguido el fulgor de la Generación
del 27 y con un gran número de escritores víctimas de la guerra o
en el doloroso exilio, la generación de posguerra abría caminos
nuevos a las letras. Pronto Carmen Laforet logró el respeto y la
admiración de sus contemporáneos, como Juan Ramón Jimenez, el
cual, glosando la obra maestra de la escritora, hablaba de «la
belleza tan humana de este libro que se nutre hoja tras hoja de la
sustancia propia de la escritura».
Algunos críticos posteriores en el
tiempo han querido ver en Nada una obra comparable a Cumbres
borrascosas de Emily Brontë. Por su parte, Otero Barral, editor de
Laforet, se refería, con motivo del fallecimiento de la autora, a su
«talento inconmensurable» y no dudaba en equipararla a Virginia
Woolf por su modernidad como mujer. En cualquier caso, Nada sería
-tras El Quijote, La familia de Pascual Duarte o Cien años de
soledad- una de las novelas en lengua española más traducida de
todos los tiempos.
lunes, 18 de mayo de 2015
PAUTAS DE COMPORTAMIENTO
LOS DIEZ MANDAMIENTOS SECULARES
1. DOMINA tu lengua. Di siempre menos
de lo que piensas
3. NUNCA...dejes la oportunidad de
decirle algo alentador a una persona o algo bueno acerca de ella.
4. INTERESATE … por las personas que te rodean . Por sus familias, sus sueños. Acompaña a los que ríen sanamente y conforta a los que lloran
5.SÉ ALEGRE. Ríete de las buenas historias y aprende a comentarlas. Transmitir alegría es un don que todos podemos tener.
6. CONSERVA... una mente abierta para todas las cosas. Recuerda que hay pocas verdades absolutas. Y que es una virtud poder discrepar y conservar la amistad del oponente.
7. DEJA...que tus virtudes hablen por si mismas y no hables de las flaquezas y faltas de los otros. Condene las murmuraciones, en especial las malintencionadas
8. TEN ...cuidado con los sentimientos de los demás. Es más fácil herir, que luego reparar
9. NO...hagas caso de las habladurías sobre tu persona. Vive de forma que nadie pueda darles crédito y acabarán por olvidarlas.
10. NO...seas excesivamente celoso de
tus derechos. Trabaja, ten paciencia, conserva la calma, cree en ti
mismo, tenga confianza, y recibirás tu recompensa
un ramos de flores de varios colores
EL PASO DEL TEIEMPO DEBE SER UNA
CONQUISTA Y NO UNA PERDIDA
viernes, 15 de mayo de 2015
FRIDA KAHLO
Magdalena Carmen Frida Kahlo
(Magdalena Carmen Frida Kahlo; Coyoacán, México, 1907 - id.,
1954) Pintora mexicana. Aunque se movió en el ambiente de los
grandes muralistas mexicanos de su tiempo y compartió sus ideales,
Frida Kahlo creó una pintura absolutamente personal, ingenua y
profundamente metafórica al mismo tiempo, derivada de su exaltada
sensibilidad y de varios acontecimientos que marcaron su vida.

Frida
Kahlo
A los dieciocho años Frida Kahlo sufrió un gravísimo accidente
que la obligó a una larga convalecencia, durante la cual aprendió a
pintar, y que influyó con toda probabilidad en la formación del
complejo mundo psicológico que se refleja en sus obras. En 1929
contrajo matrimonio con el muralista Diego
Rivera; tres años después sufrió un aborto que afectó en lo
más hondo su delicada sensibilidad y le inspiró dos de sus obras
más valoradas: Henry Ford Hospital y Frida y el aborto,
cuya compleja simbología se conoce por las explicaciones de la
propia pintora. También son muy apreciados sus autorretratos,
asimismo de compleja interpretación: Autorretrato con monos
o Las dos Fridas.
Cuando André
Breton conoció la obra de Frida Kahlo, afirmó que la mexicana
era una surrealista espontánea y la invitó a exponer en Nueva York
y París, ciudad esta última en la que no tuvo una gran acogida.
Frida nunca se sintió cerca del surrealismo, y al final de sus días
rechazó abiertamente que su creación artística fuera encuadrada en
esa tendencia.

Junto
a su cuadro Las dos Fridas
En su búsqueda de las raíces estéticas de México, Frida Kahlo
realizó espléndidos retratos de niños y obras inspiradas en la
iconografía mexicana anterior a la conquista, pero son las telas que
se centran en ella misma y en su azarosa vida las que la han
convertido en una figura destacada de la pintura mexicana del siglo
XX.
La obra de Frida Kahlo
La producción de la artista mexicana es un ejemplo de ese tipo de
arte que sirve como poderoso instrumento con el que exorcizar la
angustia de una realidad hostil. El signo trágico de su existencia,
marcada por la lucha contra la enfermedad, había comenzado cuando a
los seis años contrajo una poliomielitis que le dejó importantes
secuelas. En 1925 sufrió un grave accidente de tráfico que le
fracturó la columna vertebral y la pelvis. Además de
imposibilitarle tener hijos, el accidente fue la causa de numerosas
operaciones futuras y de una salud siempre precaria.
A través de la pintura, que empezó a practicar en los largos
meses de inmovilidad tras el accidente, Frida Kahlo reflejaría de
forma soberbia la colisión entre su ansia de felicidad y la
insistente amenaza de su destrucción, a la vez que conjuraba la
dualidad irreductible entre los sueños (de amor, de hijos) y la
realidad (dolor e impotencia).
Durante la convalecencia del accidente, sin poder ni siquiera
incorporarse, comenzó a pintar tomándose ella misma como modelo
principal. Le colocaron un espejo bajo el baldaquino de su cama y un
carpintero le fabricó una especie de caballete que le permitía
pintar estando acostada. Éste fue el inicio de una larga serie de
autorretratos, tema que ocupa el grueso de su producción, de
carácter fundamentalmente autobiográfico. En una ocasión afirmó:
"Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque
soy el motivo que mejor conozco." En poco tiempo Frida
desarrolló un vocabulario simbólico propio; con él acompañaba sus
retratos para representar metafóricamente sus experiencias y sus
pensamientos.

Autorretrato
con monos (1943)
Influida por las ideas de vindicación de identidad que propagaba
el nacionalismo revolucionario, Frida vestía con largas faldas
mexicanas, moños trenzados con cintas de colores y collares y
pendientes precolombinos. Así la encontramos en Autorretrato
como Tehuana (1943, Colección Natasha Gelman, Ciudad de
México), representada como mexicana "auténtica" y
acentuando sus rasgos mestizos (tenía sangre española, india y
alemana). Producto de esa misma ideología nacionalista son los
fondos de algunas de sus obras como el Autorretrato con monos
(1943, Colección Natasha Gelman, Ciudad de México), en el que su
figura aparece recortada sobre plantas selváticas y rodeada de
animales, o aquellos en los que retoma imágenes de la cultura
precolombina, como Mi nana y yo (1937, Colección Dolores
Olmedo, Ciudad de México).
Otras veces, como en Autorretrato - El Marco (1938, Museo
Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou, París), se
inspira en la imaginería popular y muy específicamente en los
retablos cargados de ese barroquismo ingenuo y colorista tan
específicamente mexicano que conjuga vívidamente lo espectacular
con lo escatológico.
Una de las formas más comunes del arte popular mexicano son los
exvotos. Frida vincula a esta tradición sus cuadros de desarrollo
narrativo representando de forma sintética los elementos más
significativos y de mayor carga expresiva. El tamaño pequeño de los
cuadros y la técnica (óleo sobre plancha metálica) proviene
también de ellos.

Henry
Ford Hospital (1932)
Esta fusión entre la temática personal y las formas de la
imaginería popular se encuentra expresada de forma emblemática en
la obra Henry Ford Hospital (1932, Colección Dolores
Olmedo, Ciudad de México). A pesar del accidente, Frida esperaba que
su segundo embarazo llegara a buen término, pero su pelvis
fracturada no podía acoger el desarrollo de un niño. La traumática
experiencia de un nuevo aborto fue el origen del cuadro.
La adopción de las formas narrativas de los exvotos tiene su
mejor ejemplo en una pieza singular titulada Retablo (1943,
colección privada). Frida había encontrado un exvoto que
representaba el choque entre un tren y un autobús; una muchacha
herida yacía sobre las vías y la imagen de la Virgen de los Dolores
flotaba sobre la escena. Añadiendo a la chica sus propias cejas y
unos rótulos al tren y al autobús, lo convirtió en la
representación de su propio accidente. En la parte inferior
escribió: "Los esposos Guillermo Kahlo y Matilde C. de Kahlo
dan gracias a la Virgen de los Dolores por haber salvado a su niña
Frida del accidente acaecido en 1925 en la esquina de Cuahutemozin y
de Calzada de Tlalpan."

Retablo
(1943)
Tras superar algunas graves crisis de salud, y de forma idéntica
a como lo hacen los creyentes con los santos de su devoción, Frida
mostró su agradecimiento a los médicos mediante pinturas que siguen
rigurosamente las convenciones del exvoto. Muestras de ello son las
obras dedicadas al doctor Eloesser y al doctor Farill.
Pero no sólo la enfermedad fue causa de sus trastornos y metáfora
de sus pinturas; los reveses de su vida afectiva también fueron
tematizados en cuadros que constituyen depuradas síntesis
simbólicas. En El corazón (1937, Colección Michel
Petitjean, París), la ausencia de manos expresa su impotencia y
desesperación ante el enredo amoroso entre Diego Rivera y su hermana
Cristina. Su corazón, literalmente arrancado, yace a sus pies y
posee un tamaño desmesurado que refleja la intensidad de su dolor.
Junto a ella, un vestido femenino, que alude a su hermana, pende de
un hilo, a la vez que de sus mangas sale un único brazo que enlaza y
un palo atraviesa el hueco que ha dejado su propio corazón.

El
corazón (1937)
Frida y el surrealismo
La apariencia onírica de sus imágenes propiciaba la relación de
su simbología con el surrealismo, algo que Frida Kahlo negaría
rotundamente: "Se me tomaba por una surrealista. Ello no es
correcto, yo nunca he pintado sueños, lo que yo he representado era
mi realidad."

Frida
Kahlo y Diego Rivera
Pero Frida no sólo rechazó el carácter surrealista de su
pintura, sino que profesó una profunda aversión hacia los
representantes del movimiento. Había conocido a Breton en México en
1938 y al año siguiente pasó varios meses en París, donde tuvo
ocasión de entrar en contacto con los otros surrealistas. La opinión
que le merecían la expresó sin cortapisas en una carta que escribió
desde allí a Nicolas Muray: "No puedes imaginarte lo joputas
que son esta gente; me hacen vomitar. Son tan condenadamente
intelectuales y degenerados, que ya no los aguanto más."
Frente a las representaciones oníricas o al automatismo psíquico
de los surrealistas, los numerosos símbolos que Frida Kahlo
introduce en sus cuadros poseen significaciones precisas y son
producto de la actividad consciente. Su obra se origina y procede de
una continua indagación sobre sí misma, y manifiesta los estados de
ánimo de forma precisa y deliberada, materializando las oscilaciones
entre el sufrimiento y la esperanza. El carácter simbólico de su
pintura da cauce a la expresión vehemente de una personalidad
apasionada para la que el arte es desafío y combate, lucha violenta
contra la enfermedad, pero también repliegue ensimismado hacia su yo
interior y huella del reconocimiento doloroso de su identidad
maltrecha.(http://www.biografiasyvidas.com/biografia/k/kahlo.htm)
martes, 7 de abril de 2015
Gabriela Mistral.
Traemos al Blog a Grabiela Mistral, poeta, pedagoga y feminista y Dilomática chilena. Premio Nobel de Literatura en 1945. En su 126º aniversario de su nacimiento, documentos extraeido de de Cultura del periódico La Vanguardia.
Traemos fambien su vida escrita por Biografía y Vida
((http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/mistral.htm)
Cultura | 07/04/2015 - 05:58h | Última actualización: 07/04/2015 - 10:37h
Gabriela Mistral, nuevo doodle de Google Google
Un dibujo en tonos rosas con la fotografía de Gabriela Mistral y algunas de sus frases más célebres eran los protagonistas del buscador de internet. "Dame la mano y danzaremos", rezaba una. "Dame la mano y me amarás", decía otra de sus famosas máximas.
Entre los exitos más desatacados de la poeta, diplomática, feminista y pedagoga iberoamericana se encuentra el haber logrado el Premio Nobel de Literatura en 1945. Fue la primera latinoamericana y, hasta el momento, única mujer iberoamericana en conseguirlo.
Gabriela Mistral murió de cáncer en 1957 en Nueva York. En su testamento estipuló que dejaba el dinero recadudado con la venta de su producción literaria a los niños pobres de América del Sur. Esta generosidad ha provocado que sea una escritora muy querida en Latinoamerica donde multitud de escuelas, centros educativos, calles y centros de investigación portan su nombre.
Hija de Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor, y de Petronila Alcayaga Rojas, de ascendencia vasca, Gabriela Mistral nació en Vicuña, ciudad en la que hoy existe un museo en su memoria en la calle donde nació y que hoy lleva su nombre. Su "amado pueblo", como ella decía, era Montegrande, donde vivió de los tres a los nueve años y donde pidió que la enterraran.
((http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/mistral.htm)
Cultura | 07/04/2015 - 05:58h | Última actualización: 07/04/2015 - 10:37h

Gabriela Mistral, nuevo doodle de Google Google
Un dibujo en tonos rosas con la fotografía de Gabriela Mistral y algunas de sus frases más célebres eran los protagonistas del buscador de internet. "Dame la mano y danzaremos", rezaba una. "Dame la mano y me amarás", decía otra de sus famosas máximas.
Entre los exitos más desatacados de la poeta, diplomática, feminista y pedagoga iberoamericana se encuentra el haber logrado el Premio Nobel de Literatura en 1945. Fue la primera latinoamericana y, hasta el momento, única mujer iberoamericana en conseguirlo.
Gabriela Mistral murió de cáncer en 1957 en Nueva York. En su testamento estipuló que dejaba el dinero recadudado con la venta de su producción literaria a los niños pobres de América del Sur. Esta generosidad ha provocado que sea una escritora muy querida en Latinoamerica donde multitud de escuelas, centros educativos, calles y centros de investigación portan su nombre.
Hija de Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor, y de Petronila Alcayaga Rojas, de ascendencia vasca, Gabriela Mistral nació en Vicuña, ciudad en la que hoy existe un museo en su memoria en la calle donde nació y que hoy lleva su nombre. Su "amado pueblo", como ella decía, era Montegrande, donde vivió de los tres a los nueve años y donde pidió que la enterraran.
Gabriela Mistral
(Seudónimo literario de Lucila Godoy Alcayaga; Vicuña, Chile,
1889 - Nueva York, 1957) Poetisa y educadora chilena. Tras el
declive del modernismo, parte de la lírica hispanoamericana de los
años de entreguerras siguió los pasos de las vanguardias europeas:
citando solamente ejemplos chilenos, éste sería el caso Vicente
Huidobro, fundador del creacionismo, o de Pablo
Neruda, deudor del surrealismo en Residencia en la tierra.

Gabriela Mistral
Otros poetas, en cambio, optaron por alejarse del modernismo orientándose hacia una poesía más sencilla y humana. Gabriela Mistral es la figura capital de esta última tendencia: tras unos inicios aún marcados por el modernismo, desarrolló una expresividad propia, basada en un estilo elemental de imágenes intensas, con el que desnudó su intimidad dolorida y un corazón rebosante de amor, volcado (tras el amor trágico de Desolación) sobre los niños, los desvalidos o su propia tierra, en tonos hondamente religiosos. Su vida se movió sin pausas entre la literatura, la docencia y la carrera diplomática, actividad esta última por la que realizó numerosos viajes y pasó diversas temporadas en ciudades europeas, norteamericanas y latinoamericanas, en las que publicó la mayoría de sus obras.
Biografía
Hija de un maestro de escuela, con dieciséis años decidió dedicarse ella también a la enseñanza; trabajó como profesora de secundaria en su país y como directora de escuela. Como poetisa, Gabriela Mistral se dio a conocer en los Juegos Florales de Chile en 1914 con Los sonetos de la muerte, nacidos del dolor causado por el suicidio de su prometido, el empleado ferroviario Romelio Ureta, a quien había conocido en 1906. Firmados ya con el pseudónimo de Gabriela Mistral (formado a partir de dos autores admirados, el italiano Gabriele D'Annunzio y el poeta provenzal Frédéric Mistral), estos tres sonetos fueron incorporados en 1922 a una colección más amplia de sus versos realizada por el Instituto Hispánico de Nueva York bajo el título de Desolación.
Ese mismo año dejó Chile para trasladarse a México, a petición del gobierno de este país, con el fin de que colaborara en la reforma de la educación iniciada por José Vasconcelos. En México, Gabriela Mistral fundó la escuela que lleva su nombre y colaboró en la organización de varias bibliotecas públicas, además de componer poemas para niños (Rondas de niños, 1923) por encargo del ministro de Instrucción Pública mexicano, y preparar textos didácticos como Lecturas para mujeres (1924).

Gabriela Mistral
Terminada su estancia en México, viajó a Europa y a Estados Unidos, y en 1926 fue nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones. Paralelamente, fue redactora de una revista de Bogotá, El Tiempo (sus artículos fueron recogidos póstumamente en Recados: contando a Chile, en 1957). Representó a Chile en un congreso universitario en Madrid y pronunció en Estados Unidos una serie de conferencias sobre el desarrollo cultural estadounidense (1930).
En 1945 Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura (fue la primera concesión a una escritora en lengua española) y en 1951 el Premio Nacional de Literatura de Chile. Siguió su carrera diplomática y con ella sus numerosos viajes hasta su fallecimiento en Nueva York, en 1957. Por deseo de la propia Mistral, sus restos fueron trasladados a Chile y fue enterrada en Montegrande: dejaba tras de sí algunas obras inéditas, para su publicación póstuma.
La poesía de Gabriela Mistral
De tendencia modernista en sus inicios, su poesía derivó hacia un estilo personal, con un lenguaje coloquial y simple, de gran musicalidad, y un simbolismo que conecta con una imaginería de tradición folclórica. En sus obras expresó temas como el sufrimiento o la maternidad frustrada, así como inquietudes religiosas y sociales que responden a su ideología cristiana y socialista. Poetisa de acento genuino y entrañable, parte de su no muy abundante producción está dedicada a los niños (fue maestra rural durante quince años), y tal vez sea éste el aspecto más conocido y celebrado de su obra. Sin embargo, su verdadera personalidad se revela, sincera, poderosa y conmovedora, en versos por los que circula una intimidad dolorida y una ternura en busca de sus propios cauces de manifestación.
La obra de Gabriela Mistral pasó por distintas etapas; en un primer momento, con la publicación de Desolación (México, 1922), existe un fuerte predomino del sentimiento sobre el pensamiento, a la vez que una cercanía muy estrecha con lo religioso. Los temas que aparecen en este libro, bajo una profunda reivindicación del retorno a valores de una trascendente espiritualidad, giran en torno a la frustración amorosa, al dolor por la pérdida, la muerte, la infidelidad, la maternidad y el amor filial, todo ello envuelto en la reflexión adulta de la poetisa, que vivió el suicidio de su amado como una pérdida irreparable.

Gabriela Mistral
Pese al lastre modernista, se aprecian ya en este primer poemario manifestaciones de un lenguaje más sencillo, particularmente patente en las canciones de cuna recogidas en su última sección. También en México publicó Lecturas para mujeres (1923), una selección de prosas y versos de diversos autores destinada al uso escolar a la que incorporó textos propios, algunos ya incluidos en Desolación.
Las composiciones "para niños" predominan en su segundo libro, Ternura (1924), en el que se advierte la pureza expresiva propia de aquella lírica humana y sencilla que convivió con las vanguardias tras la liquidación del modernismo; una lírica generalmente inspirada en la naturaleza y que de hecho fue también abordada por algunos escritores vanguardistas, que con frecuencia conciliaron la experimentación con su interés por la poesía popular. Dedicado a su madre y hermana, está dividido en siete secciones: Canciones de Cuna, Rondas, La Desviadora, Jugarretas, Cuenta-Mundo, Casi Escolares y Cuento. El conjunto viene a expresar la irreparable pérdida de la infancia, que es restituida, en parte, a través del lenguaje.
Con Tala (1938), considerada una de sus obras más importantes, Gabriela Mistral inauguró una línea de expresión neorrealista que afirma valores del indigenismo, del americanismo y de las materias y esencias fundamentales del mundo. En los sesenta y cuatro poemas de este libro se produce una evolución temática y formal que será definitiva. Aunque en el arranque del libro el poema "Nocturno de los tejedores viejos" sólo insinuaba un renovado tratamiento fantástico, la sección Historias de loca esbozaba ya un nuevo acento que se consolidará en las siguientes, Materias y América, hasta alcanzar la plenitud de su expresión en la sección titulada Saudade, donde se encuentran piezas memorables como "Todas íbamos a ser reinas", en la que la poetisa rememora la infancia junto a sus tres hermanas y sus respectivos sueños, eternizados pese el paso del tiempo mediante un lenguaje a la vez humorístico y mágico, teñido también por momentos de un cierto tradicionalismo folclórico.
En Chile apareció su siguiente colección de poemas, Lagar (1954), la última que publicó en vida. En esta obra estarían presentes todas las muertes, las tristezas, las pérdidas y el sentimiento de su propio fin. Un profunda originalidad convive con la carga de tristeza y trascendencia que ya había impregnado parte de sus primeros escritos, culminando una temática presidida por la resignación cristiana y el encuentro con la naturaleza.
Póstumamente aparecieron el poemario Poema de Chile (1967), un recorrido por la geografía, la naturaleza y las gentes de su país, y la primera edición de sus Poesías Completas (1970), así como diversas antologías de sus poemas y recopilaciones de sus cartas y textos, como Los Motivos de San Francisco (1965), poemas en prosa dedicados al admirado pobrecito de Asís, y Cartas de Amor de Gabriela Mistral (1978). Atenta a los problemas de su tiempo, en el género de los "Recados" o artículos periodísticos (recogidos en Recados: contando a Chile, 1957), Mistral analizó múltiples temas, como la condición de la mujer en América Latina, la valoración del indigenismo, la educación de los pueblos americanos, la necesidad de elevar la dignidad y condición social de los niños en el continente, la religiosidad, el judaísmo y la maternidad. Sus ensayos educacionales quedaron reunidos en el libro Magisterio y niño (1982).

Gabriela Mistral
Otros poetas, en cambio, optaron por alejarse del modernismo orientándose hacia una poesía más sencilla y humana. Gabriela Mistral es la figura capital de esta última tendencia: tras unos inicios aún marcados por el modernismo, desarrolló una expresividad propia, basada en un estilo elemental de imágenes intensas, con el que desnudó su intimidad dolorida y un corazón rebosante de amor, volcado (tras el amor trágico de Desolación) sobre los niños, los desvalidos o su propia tierra, en tonos hondamente religiosos. Su vida se movió sin pausas entre la literatura, la docencia y la carrera diplomática, actividad esta última por la que realizó numerosos viajes y pasó diversas temporadas en ciudades europeas, norteamericanas y latinoamericanas, en las que publicó la mayoría de sus obras.
Biografía
Hija de un maestro de escuela, con dieciséis años decidió dedicarse ella también a la enseñanza; trabajó como profesora de secundaria en su país y como directora de escuela. Como poetisa, Gabriela Mistral se dio a conocer en los Juegos Florales de Chile en 1914 con Los sonetos de la muerte, nacidos del dolor causado por el suicidio de su prometido, el empleado ferroviario Romelio Ureta, a quien había conocido en 1906. Firmados ya con el pseudónimo de Gabriela Mistral (formado a partir de dos autores admirados, el italiano Gabriele D'Annunzio y el poeta provenzal Frédéric Mistral), estos tres sonetos fueron incorporados en 1922 a una colección más amplia de sus versos realizada por el Instituto Hispánico de Nueva York bajo el título de Desolación.
Ese mismo año dejó Chile para trasladarse a México, a petición del gobierno de este país, con el fin de que colaborara en la reforma de la educación iniciada por José Vasconcelos. En México, Gabriela Mistral fundó la escuela que lleva su nombre y colaboró en la organización de varias bibliotecas públicas, además de componer poemas para niños (Rondas de niños, 1923) por encargo del ministro de Instrucción Pública mexicano, y preparar textos didácticos como Lecturas para mujeres (1924).

Gabriela Mistral
Terminada su estancia en México, viajó a Europa y a Estados Unidos, y en 1926 fue nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones. Paralelamente, fue redactora de una revista de Bogotá, El Tiempo (sus artículos fueron recogidos póstumamente en Recados: contando a Chile, en 1957). Representó a Chile en un congreso universitario en Madrid y pronunció en Estados Unidos una serie de conferencias sobre el desarrollo cultural estadounidense (1930).
En 1945 Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura (fue la primera concesión a una escritora en lengua española) y en 1951 el Premio Nacional de Literatura de Chile. Siguió su carrera diplomática y con ella sus numerosos viajes hasta su fallecimiento en Nueva York, en 1957. Por deseo de la propia Mistral, sus restos fueron trasladados a Chile y fue enterrada en Montegrande: dejaba tras de sí algunas obras inéditas, para su publicación póstuma.
La poesía de Gabriela Mistral
De tendencia modernista en sus inicios, su poesía derivó hacia un estilo personal, con un lenguaje coloquial y simple, de gran musicalidad, y un simbolismo que conecta con una imaginería de tradición folclórica. En sus obras expresó temas como el sufrimiento o la maternidad frustrada, así como inquietudes religiosas y sociales que responden a su ideología cristiana y socialista. Poetisa de acento genuino y entrañable, parte de su no muy abundante producción está dedicada a los niños (fue maestra rural durante quince años), y tal vez sea éste el aspecto más conocido y celebrado de su obra. Sin embargo, su verdadera personalidad se revela, sincera, poderosa y conmovedora, en versos por los que circula una intimidad dolorida y una ternura en busca de sus propios cauces de manifestación.
La obra de Gabriela Mistral pasó por distintas etapas; en un primer momento, con la publicación de Desolación (México, 1922), existe un fuerte predomino del sentimiento sobre el pensamiento, a la vez que una cercanía muy estrecha con lo religioso. Los temas que aparecen en este libro, bajo una profunda reivindicación del retorno a valores de una trascendente espiritualidad, giran en torno a la frustración amorosa, al dolor por la pérdida, la muerte, la infidelidad, la maternidad y el amor filial, todo ello envuelto en la reflexión adulta de la poetisa, que vivió el suicidio de su amado como una pérdida irreparable.

Gabriela Mistral
Pese al lastre modernista, se aprecian ya en este primer poemario manifestaciones de un lenguaje más sencillo, particularmente patente en las canciones de cuna recogidas en su última sección. También en México publicó Lecturas para mujeres (1923), una selección de prosas y versos de diversos autores destinada al uso escolar a la que incorporó textos propios, algunos ya incluidos en Desolación.
Las composiciones "para niños" predominan en su segundo libro, Ternura (1924), en el que se advierte la pureza expresiva propia de aquella lírica humana y sencilla que convivió con las vanguardias tras la liquidación del modernismo; una lírica generalmente inspirada en la naturaleza y que de hecho fue también abordada por algunos escritores vanguardistas, que con frecuencia conciliaron la experimentación con su interés por la poesía popular. Dedicado a su madre y hermana, está dividido en siete secciones: Canciones de Cuna, Rondas, La Desviadora, Jugarretas, Cuenta-Mundo, Casi Escolares y Cuento. El conjunto viene a expresar la irreparable pérdida de la infancia, que es restituida, en parte, a través del lenguaje.
Con Tala (1938), considerada una de sus obras más importantes, Gabriela Mistral inauguró una línea de expresión neorrealista que afirma valores del indigenismo, del americanismo y de las materias y esencias fundamentales del mundo. En los sesenta y cuatro poemas de este libro se produce una evolución temática y formal que será definitiva. Aunque en el arranque del libro el poema "Nocturno de los tejedores viejos" sólo insinuaba un renovado tratamiento fantástico, la sección Historias de loca esbozaba ya un nuevo acento que se consolidará en las siguientes, Materias y América, hasta alcanzar la plenitud de su expresión en la sección titulada Saudade, donde se encuentran piezas memorables como "Todas íbamos a ser reinas", en la que la poetisa rememora la infancia junto a sus tres hermanas y sus respectivos sueños, eternizados pese el paso del tiempo mediante un lenguaje a la vez humorístico y mágico, teñido también por momentos de un cierto tradicionalismo folclórico.
En Chile apareció su siguiente colección de poemas, Lagar (1954), la última que publicó en vida. En esta obra estarían presentes todas las muertes, las tristezas, las pérdidas y el sentimiento de su propio fin. Un profunda originalidad convive con la carga de tristeza y trascendencia que ya había impregnado parte de sus primeros escritos, culminando una temática presidida por la resignación cristiana y el encuentro con la naturaleza.
Póstumamente aparecieron el poemario Poema de Chile (1967), un recorrido por la geografía, la naturaleza y las gentes de su país, y la primera edición de sus Poesías Completas (1970), así como diversas antologías de sus poemas y recopilaciones de sus cartas y textos, como Los Motivos de San Francisco (1965), poemas en prosa dedicados al admirado pobrecito de Asís, y Cartas de Amor de Gabriela Mistral (1978). Atenta a los problemas de su tiempo, en el género de los "Recados" o artículos periodísticos (recogidos en Recados: contando a Chile, 1957), Mistral analizó múltiples temas, como la condición de la mujer en América Latina, la valoración del indigenismo, la educación de los pueblos americanos, la necesidad de elevar la dignidad y condición social de los niños en el continente, la religiosidad, el judaísmo y la maternidad. Sus ensayos educacionales quedaron reunidos en el libro Magisterio y niño (1982).
sábado, 28 de marzo de 2015
SIMÓN RODRÍGUEZ (PEDAGOGO)
Biografía y Vidas ttp://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/rodriguez_simon.htm
Simón Rodriguez
(Simón Narciso Jesús Rodríguez; Caracas, Venezuela, 1769 - Amotape, Perú, 1854) Pedagogo y escritor venezolano. Jamás la historia de la América independentista ha sido tan injusta con uno de sus grandes personajes como lo fue con la obra del insigne educador y gran pensador americano don Simón Rodríguez. El relato de su vida, atrapado en el sobrenombre de El Maestro del Libertador, se destacó en la historia por el mérito de haber forjado el espíritu y las ideas de Bolívar, reduciendo a pasividad lo que fue realmente una activa relación de reciprocidad.
Simón Rodríguez
Biografía
Los historiadores suelen ubicarlo en la borrosa frontera que separa la genialidad de la locura; y no sin razón, ya que la vida de Simón Narciso Jesús Rodríguez se encuentra minada de anécdotas que no cesan de sugerir la interrogante. Nació en Caracas el 28 de octubre de 1769 (aunque también se afirma que fue en 1771); se dice que era hijo natural de Rosalía Rodríguez y de un hombre desconocido, de apellido Carreño.
Las imprecisiones en torno a su procedencia han animado la fábula: abandonado en las puertas de un monasterio, se crió en la casa de un clérigo de nombre Alejandro Carreño, quien se presume que era su padre, junto a su hermano Cayetano Carreño, que se convertiría en un famoso músico de la ciudad. Era alto y fornido, y su extravagante forma de vestir provocaba la risa de muchos.
Ninguna de estas referencias, sin embargo, cifra la existencia de Simón Rodríguez: viajero incansable, fue un cosmopolita en el sentido literal del término, a quien poco importaba el arraigo a cualquier vínculo familiar, cultural o territorial. El ethos de su vida fue siempre educar, y para ello recorrió el mundo entero, en busca de un lugar en el cual pudiera "hacer algo" y poner en práctica sus ideas. Ésta fue su verdadera patria.
El joven maestro
La larga carrera de Simón Rodríguez como educador, si es que así puede etiquetarse su incesante labor de "formar ciudadanos por medio del saber", se inicia oficialmente cuando el Cabildo de Caracas le otorga, en 1791, el permiso para ejercer de maestro de escuela de primeras letras en la única escuela pública de esa ciudad. Claro está que la formación autodidacta emprendida por Rodríguez desde muy joven habla de un inicio más temprano en su carrera y de un encuentro prematuro con la vocación del saber, la reflexión y el pensamiento.
A los veinte años de edad, según se dice, Simón Rodríguez ya había leído a Jean-Jacques Rousseau, particularmente el Emilio, y una traducción de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Como muestra del ímpetu y la avidez de sus reflexiones, siempre originales y a contrapelo del medio, presentó al ayuntamiento de Caracas, en 1794, un estudio titulado Reflexiones sobre los efectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento.
Las ideas vertidas en este ensayo parten de la necesidad de formalizar la educación pública por medio de la creación de nuevas escuelas y la formación de buenos profesores; de esta forma, argumentaba, se promovería la incorporación de más alumnos (incluyendo a los niños pardos y negros) y la disminución progresiva de la enseñanza particular; se requería además buenos salarios.
Fue en esa época cuando, en la escuela de primeras letras del Cabildo de Caracas, tuvo entre sus alumnos, hasta los catorce años, al entonces travieso Simón Bolívar. Simón Rodríguez, que además de maestro era también amanuense del tutor de Bolívar, había sido recomendado para encargarse de la educación del futuro Libertador de América.

Simón Rodríguez
Hay quien asegura, sin embargo, que su partida ocurrió en fecha anterior a noviembre de 1795, y que fue motivada por su descontento con el régimen español: "Mal avenido con la tiranía que lo agobiaba bajo el sistema colonial (en palabras de O'Leary), resolvió buscar en otra parte la libertad de pensamiento y de acción que no se toleraba en su país natal". Jamaica le esperaba como puerto de inicio de una aventura de más de veinte años en el exilio.
El exilio
La vocación que mostraba Simón Rodríguez hacia la educación se manifiesta también en la atención que prestaba a los nuevos conocimientos; se encontraba sediento por aprender, al tiempo que diseñaba y ensayaba a su paso nuevos métodos de enseñanza. Una vez en Kingston, Rodríguez utilizó sus ahorros para aprender inglés en una escuela de niños; mientras lo hacía, se divertía enseñando castellano a los párvulos. Su método era curioso: "Al salir a la calle los alumnos lanzan sus sombreros al aire, y yo hago lo mismo que ellos".
Su siguiente destino sería Estados Unidos. En Baltimore se empleó como cajista de imprenta, oficio que le permitiría, más tarde, componer él mismo los moldes de imprenta de sus obras. Tres años después viajó a Bayona, en Francia, donde se registró bajo el nombre de Samuel Robinson "para no tener constantemente en la memoria (según dijo él mismo) el recuerdo de la servidumbre". Más tarde, en la ciudad de París, se empadronaría en el registro de españoles de la manera siguiente: "Samuel Robinson, hombre de letras, nacido en Filadelfia, de treinta y un años"; y esta identidad la mantendría los siguientes veinte años de su vida en el viejo continente.
En París conoció a Fray Servando Teresa de Mier, un sacerdote revolucionario de origen mexicano, y lo convenció para que juntos abrieran una escuela de lengua española. Para acreditar sus conocimientos, Rodríguez tradujo al castellano la novela Atala de Chateaubriand; Mier se atribuyó la traducción. También estudió física y química, y se convirtió en el expositor de orden de las investigaciones del laboratorio para el cual trabajaba.
Bolívar se encontraba en París desde 1803, y Simón Rodríguez formaba parte de sus amistades más cercanas. Ambos disfrutaban de largas tertulias, a veces solos y otras acompañados de Fernando Toro o de algún otro personaje. En 1805 emprendieron una larga travesía hasta Italia, cruzando a pie los Alpes. Fueron de Chambéry a Milán, luego a Verona y Venecia, Padua, Ferrara, Florencia y Perusa.
Por último, llegaron a Roma. Aquí fue donde subieron al Monte Sacro y se produjo el famoso juramento de Bolívar de libertar América: "Juro delante de usted (así describe Rodríguez el juramento de Bolívar), juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor, y juro por la patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español".

El juramento del Monte Sacro
Posteriormente, en Londres, se desempeñó como educador e inventó un novedoso sistema de enseñanza con varios tópicos, de los cuales uno estaba destinado al buen manejo de la escritura: colocaba a sus alumnos con los brazos en triángulo y los dedos atados, quedando en libertad el índice, el medio y el pulgar. Y los ejercitaba en seguir sobre el papel, situado oblicuamente, los contornos de una plancha de metal donde se había trazado un óvalo. De esta figura formaba todas las letras. "Nada más ingenioso (diría Andrés Bello), nada más lógico, nada más atractivo que su método; es en este sentido otro Pestalozzi, que tiene, como éste, la pasión y el genio de la enseñanza".
Y es que Simón Rodríguez era un apasionado de la escritura. Veía en ella unas capacidades expresivas que, desde su punto de vista, no estaban reflejadas en la gramática española. Solía escribir utilizando al máximo signos de puntuación, admiración y exclamación, mayúsculas y subrayados, y esquemas de fórmulas, símbolos, paréntesis y llaves, de forma tal que le resultara posible transmitir el espíritu y la complejidad de sus pensamientos. Quería una letra viva. Y así la habría de practicar a lo largo de todos sus escritos en Europa y una vez retornado al nuevo continente.
Retorno a América
Animado por las noticias que le llegaban de América, Simón Rodríguez emprendió viaje de regreso en 1823. En su largo exilio había madurado cada vez más sus ideas en torno a la educación y la política, nutriéndose, fundamentalmente, del pensamiento de Montesquieu. Es cierto que Rodríguez acogió las ideas de la Ilustración, pero las utilizó como referencia para la construcción de un proyecto muy original.
En realidad, no podía ser de otra forma, pues el legado de Montesquieu acerca del determinismo geográfico y cultural no invitaba a nada distinto. Así lo expresó Simón Rodríguez: "Las leyes deben ser adecuadas al pueblo para el que fueron dictadas, [...] deben adaptarse a los caracteres físicos del país, [...] deben adaptarse al grado de libertad que permita la Constitución, a la religión de sus habitantes, a sus inclinaciones, a su riqueza, a su número, a su comercio, a sus costumbres y a sus maneras".
De ahí que su obsesión fuera, hasta el momento de su muerte, la de promover la "conquista de América por medio de las ideas"; era preciso formar ciudadanos allí donde no los había, y sólo así se lograría fundar verdaderas repúblicas que no fuesen una mera imitación de las europeas. La América española poseía su propia identidad, y había de poseer sus propias instituciones y gobiernos: "O inventamos o erramos". Su pensamiento, aunque original, chocaba con el ideario que imperaba en los albores de la Independencia americana. Quizá por ello nunca fue del todo comprendido, aun cuando su lucha por ser escuchado y por fundar escuelas públicas a diestro y siniestro no cesó sino en el instante de su muerte.
El reencuentro con Bolívar
Una vez enterado de la estancia de Rodríguez en Colombia, Bolívar le escribió una carta en la cual lo invitaba a encontrarse con él en el sur, donde se hallaba en plena campaña. En Bogotá, primer lugar de estancia a su regreso, sus primeros pasos se encaminaron a instalar una "Casa de Industria Pública". Deseaba, más que nada, dotar a los alumnos de conocimientos directos y habilitar maestros de todos los oficios.
El proyecto fracasó por falta de recursos y el maestro se dirigió hacia el sur. En Guayaquil presentó al gobierno un plan de colonización para el oriente de Ecuador. Finalmente, se encontró con Bolívar en Lima: Simón Rodríguez le presentó sus planes pedagógicos, que habrían de ser implantados en América, en las escuelas que el Libertador ya trataba de fundar y que pondría bajo la dirección del educador. Simón Rodríguez quedó incorporado a su equipo de colaboradores.
A mediados de abril de 1825 inició, junto con Bolívar, un recorrido por Perú y Bolivia. En Arequipa organizó una casa de estudios; después subió al Cuzco, donde fundó un colegio para varones, otro para niñas, un hospicio y una casa de refugio para los desvalidos. En el departamento de Puno hizo otro tanto. En septiembre, ya acompañados del general Antonio José de Sucre, presidente de Bolivia, entraron ambos en La Paz, antes de dirigirse a Oruro y a Potosí.

Simón Rodríguez
El plan de enseñanza era muy original: se agrupaba a los alumnos y se concertaban los métodos educativos, mezclándose la técnica y el espíritu. Los niños, entregados por entero a las tareas de aprendizaje, aun durante los ratos de diversión, eran observados individualmente por personal facultativo para identificar las inclinaciones de cada alumno. En palabras de muchos entendidos, la originalidad de estos proyectos se parecía a la aplicada en los famosos falansterios de Charles Fourier; sin embargo, Simón Rodríguez nunca había tenido contacto con aquella obra.
Con independencia de cuál fuera la filosofía implicada en el desarrollo de este proyecto, estuvo claro que no tenía encaje alguno en la sociedad de entonces; la gente no comprendía aquello y le parecía excesiva la inversión que demandaban las escuelas. El mariscal Sucre se vio influido por la crítica del medio, y escribió al Libertador para mostrarle su descontento con la obra de Robinson, como lo solía llamar. Después de enemistarse con todos, Simón Rodríguez renunció finalmente a su cargo. Con profunda rabia y decepción escribió una carta al Libertador, en la que se quejó amargamente de la incomprensión que había padecido.
Últimos años
Decepcionado por cuanto no le habían dejado hacer por la libertad de América, y arruinado y endeudado por cuanto había puesto de su bolsillo para el funcionamiento de las escuelas, se marchó al Perú. En Arequipa montó una fábrica de velas, de la cual esperaba obtener fondos para su manutención; las velas representaban también una muestra sarcástica de aquello que en su opinión había significado el "siglo de las luces" para América.
El éxito de su negocio, sin embargo, estuvo en su retorno a las actividades de maestro: los padres acudían masivamente a la tienda para que se encargara de la educación de sus hijos; y fue así como Simón Rodríguez pidió nuevamente licencia para ser maestro. En 1828 publicó su primera obra, titulada Sociedades americanas en 1828; cómo son y cómo deberían ser en los siglos venideros. Se trataba, en realidad, del prólogo de la obra, en el cual se defiende el derecho de cada persona a recibir educación, señalándose la importancia que ésta tiene para el desarrollo político y social de los nuevos estados americanos.
La primera parte fue reimpresa en El Mercurio Peruano al año siguiente, y continuada en El Mercurio de Valparaíso en noviembre y diciembre de 1829. También publicó en la imprenta pública una obra en defensa de Bolívar, titulada El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social. Otras obras suyas fueron publicadas, entre las que figura un proyecto de ingeniería e hidrología en torno al terreno de Vincoaya. Había muerto el Libertador y el proyecto de la Gran Colombia había quedado deshecho.

Simón Rodríguez
En 1834 publicó Luces y virtudes sociales, obra acabada de su gran proyecto de instrucción. Desgraciadamente, su suerte se vio teñida una vez más por la fatalidad: el terremoto de Concepción de 1835 acabó con todo, incluyendo la estancia de Simón Rodríguez en esa ciudad; "en América no sirvo para nada", exclamaría. Se marchó a Santiago de Chile y protagonizó un maravilloso encuentro con Andrés Bello, del cual brotaría parte del impulso de la universidad fundada por el insigne humanista.
Partió luego a Valparaíso, ciudad en la cual también se dedicó a la enseñanza, utilizando un método bastante original para la época: en la clase de anatomía, se desnudaba y caminaba por el salón para que los alumnos "tuvieran una idea del cuerpo humano". Por supuesto, esta didáctica no tuvo larga vida. La sociedad comenzó a rechazarlo; la población de alumnos descendería rápidamente y él acabaría en la más absoluta miseria.
Así lo encontró el viajero francés Louis-Antoine Vendel-Heyl, a quien diría, casi llorando, que "ni siquiera podía tener el consuelo de publicar el fruto de sus meditaciones y sus estudios". Como muestra del resquemor que sentía hacia la sociedad que frustró sus proyectos, en la puerta de la casa de Simón Rodríguez podía leerse un letrero que decía: "Luces y virtudes americanas, esto es: velas de sebo, paciencia, jabón, resignación, cola fuerte, amor al trabajo".
Sufriendo el temor de que su obra se perdiera, alrededor de 1842 escribió: "La experiencia y el estudio me suministran luces, pero necesito un candelero donde colocarlas: ese candelero es la imprenta. Ando paseando mis manuscritos como los italianos sus Titirimundis. Soy viejo y, aunque robusto, temo dejar, de un día para otro, un baúl lleno de ideas para pasto de un gacetillero que no las entienda. Si muriera, yo habría perdido un poco de gloria, pero los americanos habrían perdido algo más".
Reeditó la obra Sociedades americanas y, sin más, marchó rumbo al Ecuador. En el camino se detuvo en Paita y visitó a la amante de Bolívar, Manuela Sáenz, que se encontraba retirada en esa ciudad. En Latacunga fue acogido por un sacerdote, el doctor Vésquez, quien se empeñaba en que don Simón fuera maestro en el Colegio de San Vicente. A pesar de la insistencia del maestro en dedicarse a la agricultura, terminó siendo profesor de botánica de esa institución.
Paralelamente, y en forma coherente con su visión de las cosas, fundó en esa ciudad una fábrica de pólvora y al mismo tiempo publicó un folleto sobre la Fabricación de pólvora y armas con otras enseñanzas generales, en cuyo preámbulo se puede leer: "la pólvora es aquí el pretexto para tratar de la educación del pueblo". Posteriormente partió a Quito y fundó otra fábrica de velas; luego marchó a Ibarra, a Colombia, y regresó nuevamente a Quito en el año 1853.
Tenía 82 años y conservaba aún un aspecto atlético. Dictó una conferencia que sorprendió al público por sus experiencias y por sus amores tórridos e hijos dejados por el mundo, al igual que por sus ideas. Finalmente, en 1853, a pesar de haber manifestado su intención de volver a Europa con la ilusión de que allí todavía se podía "hacer algo", se trasladó a Amotate, ciudad peruana en la que falleció el 28 de febrero de 1854, a los 83 años de edad.
La obra de Simón Rodríguez
Guiado por la idea de que sólo a través de la educación popular se garantizaría la verdadera fortaleza y prosperidad de las nuevas repúblicas, Simón Rodríguez trazó un proyecto pedagógico de una originalidad indiscutible. En Rodríguez se fundían de manera extraordinaria el educador, el hombre de ideas y el escritor. Sus páginas son fascinantes no sólo por la consistencia de sus ideas y la alta temperatura pasional que les imprime, sino también por el indiscutible y original acento de novedad de su escritura. Ello se manifiesta en la particular vivacidad (rasgo inocultablemente americano) que insufla al castellano, un tanto envarado por siglos de retórica colonial, y en las innovaciones que introdujo en materia tipográfica.
Pedagogo influido por Rousseau y Saint-Simon, Simón Rodríguez fue un reformador intuitivo. Maestro de Simón Bolívar, sus inquietudes e ideas reformadoras influyeron poderosamente en la formación de El Libertador, según él mismo reconoció. Después del triunfo de Bolívar, Rodríguez fue director e inspector general de Instrucción Pública y Beneficencia y organizó escuelas, pero su inquietud y su carácter no lo dejaron nunca asentar, mal que se agravó tras la muerte de Bolívar; el maestro fue rodando hasta su avanzada ancianidad por Chile, Ecuador, Colombia y Perú.
Simón Rodríguez fue el primero que quiso aplicar en Sudamérica los audaces métodos educativos que empezaban a utilizarse a comienzos del siglo XIX en Europa, y por todos los medios trató de imponer en las atrasadas provincias de Bolivia y Colombia las novedosas y revolucionarias teorías sobre la educación de la infancia. Nutrido en las ideas de los grandes filósofos franceses del siglo XVIII, fue un espíritu inconforme y radical. Sus principales textos son El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social (1830), Luces y virtudes sociales (1834) y Sociedades americanas en 1828; cómo son y cómo deberían ser en los siglos venideros (1828, última edición en 1842).
En El Libertador del Mediodía de América hizo una defensa vigorosa de la figura de Bolívar y de su actuación en la guerra de Independencia, exponiendo al mismo tiempo muchas de sus propias ideas sobre la cultura y el destino de los pueblos hispanoamericanos. Aunque esta obra es muy desigual, y por la premura en que fue escrita y el temperamento mismo del autor no guarda mucha unidad, resaltan en ella admirables y audaces pensamientos que hacen de la misma uno de los estudios más interesantes de la cultura americana del siglo pasado. Otros escritos suyos son El suelo y sus habitantes, Extracto sucinto sobre la educación republicana, Consejos de amigo dados al Colegio de Latacunga y Crítica de las providencias del gobierno.
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